Yebrail Ramírez Chaves
Filósofo
Universidad Libre de Colombia
Magíster (c) en Historia
Universidad de Santiago de Chile
La culpa, querido Bruto, no recae en nuestras estrellas
sino en nosotros mismos, que consentimos ser inferiores.
William Shakespeare
La derrota de la opción Apruebo en el plebiscito constitucional del domingo 04 de septiembre es un duro revés para las clases subalternas de Chile, para sus expresiones organizadas y para el proyecto agrupado en torno al gobierno. Los resultados electorales de ese domingo inauguran la bancarrota política (tal como Lenin entiende este concepto) del progresismo de estas latitudes.
En el siguiente escrito se presentarán algunas deliberaciones a propósito de la situación política chilena, dando cuenta de tres aristas: a) Los antecedentes históricos y sus temporalidades de cara al plebiscito 09/22; b) El tenue «mensaje» del texto propuesto por la Convención Constitucional a la clase trabajadora; c) Las principales tensiones y contradicciones que destacan en las circunstancias actuales y próximas. Por esto, el presente artículo no será una minuciosa disección del texto constitucional que se rechazó.
Antecedentes históricos en tres tiempos
La inmensa mayoría de opiniones vertidas en la prensa, en la radio, en los paneles televisivos con expertos, acotan las explicaciones de los resultados del plebiscito a fenómenos como la comunicación electoral, las noticias falsas, los errores del gobierno o el supuesto extremismo de izquierda de la propuesta de Constitución. Sin embargo, estas miradas adolecen de cierto cortoplacismo y coyunturalismo, y a duras penas reptan en la superficie de los hechos. Contrario a estas tesis, parece más conveniente extender la temporalidad de las observaciones, periodizarla e indagar en otros aspectos menos evidentes, a fin de advertir de mejor modo los problemas subyacentes.
En este sentido, y sin pretender agotar la multiplicidad de reflexiones sobre este problema, se tratarán tres temporalidades históricas (en clave braudeliana). 1) El «más lejano», el tiempo de «larga duración», se remonta a la transición de la dictadura cívico-militar hacia la democracia liberal actual, en la que se forjaron y consolidaron los pilares, los principios y los procedimientos del orden institucional del Estado y de la nueva fase de acumulación de capital postdictadura, junto con una pesada cultura y mentalidad ultra individualista y pequeñoburguesa en la sociedad civil chilena, configurada con una mezcla de terrorismo de Estado y hedonismo consumista neoliberal. No es posible desconocer que tal sentido común fue importante en la campaña pasada, en la que la derecha atizó miedos y fantasmas sirviéndose de él. En otras palabras, este es el tiempo de la ordenación de la nueva hegemonía de las clases dominantes, que ya cumple más de treinta años.
Asimismo, se suceden ajustes y reconfiguraciones de las luchas plebeyas, con refulgentes momentos de ascenso, destacando las movilizaciones por la memoria y la justicia, las huelgas docentes, las batallas estudiantiles, la movilización mapuche contra las forestales y por la recuperación del territorio, las protestas contra el sistema previsional, la insubordinación feminista y la colosal rebelión de octubre de 2019. Sin embargo, la izquierda tradicional, aunque de uno y otro modo estuvo presente y fue partícipe de estos conflictos, se caracterizó por un creciente respeto reverencial a esas nuevas instituciones y a esa legalidad postdictadura, sus programas y sus discursos siguieron anclados a las antiguas fórmulas y a los dualismos anacrónicos como, por ejemplo, «la contradicción principal es entre neoliberalismo y democracia», «la tarea fundamental es profundizar la democracia». Así, en estos treinta años, se mantuvieron en una conducta reformista liberal típica: cretinismo parlamentario y ministerialismo. Las izquierdas institucionales y la Concertación han cogobernado y han coadministrado secuencialmente las instituciones y el capitalismo chileno.
El defecto principal de la propuesta no radicaba en su extensión, ni tampoco en ser un «documento Frankenstein», ni mucho menos en su aparente radicalidad o maximalismo. En estricto rigor, el documento no condensaba una perspectiva antisistémica y estaba lejos de desafiar significativamente los privilegios de las clases más pudientes; más bien, se ajustaba a los cánones para «modernizar» las instituciones del país austral, con ciertas dosis de promesas en materia de garantías sociales básicas (v. gr. derecho a servicios públicos gratuitos).
Asimismo, se suceden ajustes y reconfiguraciones de las luchas plebeyas, con refulgentes momentos de ascenso, destacando las movilizaciones por la memoria y la justicia, las huelgas docentes, las batallas estudiantiles, la movilización mapuche contra las forestales y por la recuperación del territorio, las protestas contra el sistema previsional, la insubordinación feminista y la colosal rebelión de octubre de 2019. Sin embargo, la izquierda tradicional, aunque de uno y otro modo estuvo presente y fue partícipe de estos conflictos, se caracterizó por un creciente respeto reverencial a esas nuevas instituciones y a esa legalidad postdictadura, sus programas y sus discursos siguieron anclados a las antiguas fórmulas y a los dualismos anacrónicos como, por ejemplo, «la contradicción principal es entre neoliberalismo y democracia», «la tarea fundamental es profundizar la democracia». Así, en estos treinta años, se mantuvieron en una conducta reformista liberal típica: cretinismo parlamentario y ministerialismo. Las izquierdas institucionales y la Concertación han cogobernado y han coadministrado secuencialmente las instituciones y el capitalismo chileno.
2) El segundo tiempo es «más cercano», y se ubica en la rebelión de 2019 y su desenlace. Recordemos que Sebastián Piñera y el bloque de poder dominante, estando en estado crítico, maniobraron con sagacidad política para ganar tiempo y salvaguardar el orden dominante, convocando, el 15 de noviembre de ese año, a los partidos políticos para lograr un «acuerdo por la paz». El arreglo por las alturas, más la represión y el terrorismo de Estado, lograron progresivamente sofocar la rebelión y eliminar cualquier «amenaza insurreccional». El desarrollo de la crisis se contuvo (parcial y provisionalmente) con una escapada de «revolución pasiva» (Gramsci). No es que las protestas y los disturbios se hubiesen paralizado de inmediato tras el acuerdo, pero sí se desmovilizaron muchos sectores (principalmente las llamadas «capas medias», que no pedían tanto una revolución como ser rescatadas del endeudamiento crediticio sin perder su estilo de vida), dejando en solitario y acéfalos los sectores más populares y radicales.
Dicho acuerdo es clave porque de allí nace el plebiscito de octubre de 2020 que derivaría en la convocatoria de la Convención Constitucional, organismo que finalmente redactó la propuesta que fue rechazada. Así, aunque la rebelión inicialmente logró proyectar procesos constituyentes abiertos, de base, con cabildos locales y sectoriales (poder popular), el cierre fue puramente electoral, dentro del marco legal-institucional vigente, con su respectivo desfile de publicidad y de demagogia. Valga recordar que el actual presidente Boric, por aquel entonces diputado, fue uno de los que firmó semejante pacto, y que por ello en su epitafio se leerá: Judas del pueblo chileno 1 .
La Convención, en consecuencia, nació con un «pecado original», siendo un recurso de emergencia para aplacar la rebelión; se desenvolvió como una institución forjada por los partidos y políticos de siempre, cuando los chilenos de las clases subalternas se levantaron precisamente contra esos partidos institucionalizados y contra esas viejas maneras de hacer política. Para colmo, la Convención actuó de espaldas a los sujetos escindidos, reprodujo las formas representativas deslegitimadas, solidificó lo que el historiador Mario Garcés califica como una «soberanía limitada» o «soberanía restringida» 2 , es decir, lo que desde la tradición crítica ilustrada y marxista se denomina enajenación del poder político.
3) El último tiempo, el «reciente», acontece este año, con la instalación del gobierno de la «neo concertación» o «concertación ampliada», con la agudización de la crisis socioeconómica y con la campaña del plebiscito. De entrada, es importante subrayar algunos aspectos. No se puede infravalorar el contundente impacto que tuvo la campaña sucia de los grupos más cavernarios de la clase dominante, plagada de mentiras y delirios. El escaso debate público estaba contaminado. Pulularon descabellados y fraudulentos mensajes, como que la Convención quería extirpar los símbolos patrios, eliminar la herencia de viviendas, despenalizar el asesinato de niños de hasta un año y patrocinar las expropiaciones, intoxicando aún más un sentido común ya de por sí conservador, tejido por décadas de neoliberalismo 3.
No obstante, también es necesario llamar la atención sobre otros aspectos, a fin de evitar posturas lastimeras y atiborradas de indignación farisea, que ensombrecen el espíritu crítico y debilitan la disposición de combate de explotados y oprimidos. Ya lo decía Gramsci, «en la lucha los “golpes no se dan con condiciones”»4, y esto es algo que parecen comprender mejor los agentes del poder político. En tal sentido, lo interesante de este fenómeno se ubica en, al menos, tres aspectos:
a) Que el imperio de la publicidad (que aplasta la teoría, la deliberación, la organización, la participación, la acción) coexiste en armonía con la forma liberal-representativa de la democracia, se complementan, siendo una afinidad electiva entre todos los partidos del orden. Ante este imperio se hincan tirios y troyanos. La propaganda se impone contra la praxis-lexis y el conflicto, la «propaganda manipula a los hombres; al gritar libertad se contradice a sí misma. La falsedad es inseparable de ella. Los jefes y los hombres dominados por ellos se reencuentran en la comunidad de la mentira a través de la propaganda»5.
b) Que la izquierda institucional, en vez de partir del axioma según el cual la derecha no ahorrará en artimañas, trampas y engaños para cumplir sus propósitos y trazar, en consecuencia, una estrategia electoral no electoralista, no liberal, acorde a las exigencias de los tiempos y superando el imperio de la publicidad, emprendió, por el contrario, la tarea con los mismos procedimientos, con la ilusión de adentrarse en una campaña en igualdad de condiciones frente a un rival que imaginaron cándido, como si este no fuera el genuino heredero de la dictadura cívico-militar.
c) Que mientras la campaña del Apruebo fue encabezada por los partidos del gobierno y por las desgastadas figuras parlamentarias, la campaña del Rechazo, en cambio, ostentó el rótulo de «movimiento ciudadano sin partidos y sin políticos», leyendo con astucia el escenario y cautivando con este populismo de derecha a una población que está hasta la coronilla de los mismos partidos, los mismos rostros, las mismas élites (incluyendo la «izquierda caviar»).
Los tres aspectos enunciados, diferenciados pero articulados, conforman la aporía política del progresismo: interpretar el hastío y las demandas de cambio de las clases oprimidas y explotadas como una petición para reformar las instituciones por medio de mecanismos institucionales. «¡Desmontar lo decadente con decadentes herramientas!», he ahí el lema de la sin salida.
A esto hay que añadir la errática gestión del gobierno. A partir de su instalación, en tan solo dos movimientos simultáneos se desvanecieron las ensoñaciones reformistas de quienes hoy ocupan el Palacio La Moneda. Por un lado, han exhibido gestos a todas luces incoherentes con sus discursos bienintencionados (v. gr. el exiguo aumento del salario mínimo en contraposición a los abultados aumentos de sueldos de los funcionarios6), despertando la ira de las gentes empobrecidas; han incumplido y/o aplazado las promesas de reformas y acciones políticas que se hicieron en campaña (libertad para presos de la revuelta, acabar las AFP, reforma laboral en favor de la clase trabajadora, solución no militarista del llamado «conflicto mapuche», etc.), con el fin tanto de no disputar con el establishment, como de redirigir los esfuerzos institucionales y partidistas a la campaña del plebiscito.
Por otro lado, se han hecho grandes concesiones a las presiones del gran capital, del militarismo y de la derecha, persiguiendo las luchas mapuches (continuando con el Estado de Excepción de la Macrozona Sur, empleando la ley antiterrorista y encarcelando a los dirigentes de la CAM, Héctor Llaitul y Ernesto Llaitul), reprimiendo las protestas de trabajadores y estudiantes (como ocurrió en todo el mes de mayo con la huelga de obreros de la refinería ENAP, o como sucede constantemente con las protestas estudiantiles del Instituto Nacional), escudando sin decoro a los carabineros represores7 y gestionando la crisis socioeconómica al modo como los empresarios dictan a través del Ministro de Hacienda, Mario Marcel8.
El gobierno creyó que con esta conducta iba a sosegar a la oposición de derecha y a la vez fortalecer la opción Apruebo, pero sus maniobras dieron el resultado opuesto al imaginado: una apabullante derrota electoral y el envalentonamiento de la burguesía chilena y sus representantes políticos, que no dudaron en desenfundar con alevosía todas sus armas. Y en la orilla popular, debido al profundo desencanto y la frustración, no destellan muchos ánimos de arriesgar el pellejo por los inquilinos de La Moneda. El gobierno incurrió en el mortal error político de contemporizar9.
Un comentario sobre el texto rechazado y la clase trabajadora
También es necesario añadir un elemento inmanente al texto constitucional y a la actitud de las clases trabajadoras frente a él. El defecto principal de la propuesta no radicaba en su extensión, ni tampoco en ser un «documento Frankenstein», ni mucho menos en su aparente radicalidad o maximalismo. En estricto rigor, el documento no condensaba una perspectiva antisistémica y estaba lejos de desafiar significativamente los privilegios de las clases más pudientes; más bien, se ajustaba a los cánones para «modernizar» las instituciones del país austral, con ciertas dosis de promesas en materia de garantías sociales básicas (v. gr. derecho a servicios públicos gratuitos).
Desde el punto de vista del antagonismo capital/trabajo, fundamental en el conflicto de clases que tuvo su cenit a fines de 2019, el documento era injustificadamente lacónico, sobredimensionando los enfoques identitarios y culturalistas, sin lograr con ello vigorizar táctica y políticamente la propuesta10. Tal como lo destaca el historiador Igor Goicovic, de los 388 artículos sugeridos, únicamente 6 hacían alusión a la clase trabajadora. «El trabajo, el subempleo y el empleo precario, su lugar en la esfera productiva y su defensa frente al capital nunca fueron temas centrales (…) Una parte importante de los trabajadores, entre ellos los más duramente golpeados por la explotación y la pobreza, no vieron en este texto nada que supusiera una mejora relativa de sus condiciones»11. La lucha de clases con enfoque anticapitalista estuvo al margen en la vida de la Convención, mientras que las políticas identitarias y culturalistas, funcionales al sistema de dominación, saturaron la propuesta final.
Desde el punto de vista del antagonismo capital/trabajo, fundamental en el conflicto de clases que tuvo su cenit a fines de 2019, el documento era injustificadamente lacónico, sobredimensionando los enfoques identitarios y culturalistas, sin lograr con ello vigorizar táctica y políticamente la propuesta. Tal como lo destaca el historiador Igor Goicovic, de los 388 artículos sugeridos, únicamente 6 hacían alusión a la clase trabajadora. «El trabajo, el subempleo y el empleo precario, su lugar en la esfera productiva y su defensa frente al capital nunca fueron temas centrales (…) Una parte importante de los trabajadores, entre ellos los más duramente golpeados por la explotación y la pobreza, no vieron en este texto nada que supusiera una mejora relativa de sus condiciones».
Las tensiones que se asoman
¿Qué se viene? En Chile parece prolongarse el relativo interregno, en sentido gramsciano. La tendencia de profundización de la crisis12 se acentúa, donde lo viejo se resiste a morir, lo nuevo no logra germinar plenamente, y las fuerzas político-sociales se enfrascan en una lucha cada vez más agresiva. Si bien los grupos dominantes festejan, todavía es poco claro que, a corto plazo, logren recomponer su hegemonía resquebrajada. Las siguientes tensiones van a ambientar el drama venidero:
Desde el variopinto conglomerado que promovió el Rechazo se perfilan, mínimo, dos apuestas fundamentales tras los comicios: a) Entrar en negociaciones con el gobierno a fin de redefinir y conducir el hipotético nuevo rumbo constituyente, sin decantarse todavía por un mecanismo en particular (en este plan se inscriben facciones parlamentarias de la Democracia Cristiana, el Movimiento Amarillos por Chile y partidos de derecha como Renovación Nacional, Evolución Política y Unión Demócrata Independiente); b) Dar por liquidado el programa constituyente, manteniendo en vigencia la Constitución de 1980 (esta bandera la iza principalmente la derecha posfascista13 encabezada por el Partido Republicano).
Mientras tanto, del lado del Ejecutivo y la coalición que lo sostiene (Partido Socialista, Partido Comunista, Revolución Democrática, Comunes, Partido Por la Democracia, Partido Liberal, entre otros) la iniciativa languideció y sus comunicados se limitan a recordar que el plebiscito de octubre de 2020 mandató la necesidad de una nueva Constitución. Por ahora, parece que su rol consistirá en contener cualquier tipo de quiebre con la élite. Las señales apuntan a una primacía de la política de los consensos por arriba, aunque cada día los afanosos llamados de Boric al diálogo y a la unidad nacional se evaporan en el ambiente caldeado del conflicto real.
Por el lado de las clases subalternas, es probable que la movilización se reactive más pronto que tarde, con masividad e intensidad, aunque el horizonte político de sus objetivos y conducción no parece muy claro. El panorama es incierto y abierto a múltiples posibilidades. Las organizaciones mapuches persisten en sus acciones de sabotaje y toma de tierras; las luchas de trabajadores, estudiantes, mujeres, disidencias sexuales, pobladores de las barriadas son permanentes, y no parecen dar el brazo a torcer; las paredes de Santiago y Valparaíso se engalanan con grafitis, murales y afiches que avisan la reactivación de la protesta. Pero aún inquieta la carencia de un frente o una articulación anticapitalista que acompañe, dirija y proponga una salida no reformista y no institucional a la crisis. En Chile, la paradoja política plebeya consiste en que a la intensidad y constancia de sus luchas las complementa una orfandad organizativa y estratégica.
Reflexiones inconclusas
Dadas las actuales condiciones, las voces de los de abajo demandan una alternativa genuina que apunte a lo que Maurizio Lazzarato llama como «recuperar un pensamiento estratégico» que sea sensible al kairós político, que despliegue un «arte de la contingencia de la revolución», esclarezca los antagonismos y proporcione elementos para reconfigurar el poder político, trascendiendo la mera performatividad y discursividad14. De aquí la necesidad de una estrategia de ruptura hacia un más allá de las formas vetustas de la democracia liberal-representativa. Urge, finalmente, retomar las reflexiones y los debates sobre los sujetos, que superen las perspectivas unilaterales, fragmentarias y de atomización de las políticas de identidad y culturalistas, y que, sin desconocer la diversidad y multiplicidad de reivindicaciones sociales, reposicione a las clases trabajadoras, al llamado precariado, al trabajo vivo, como uno de los sujetos fundamentales del novum histórico.
1 CNN Chile. “Vendiste al pueblo”: Registran funa a Gabriel Boric en el Parque Forestal. 20 de diciembre de 2019. https://www.cnnchile.com/pais/video-funa-gabriel-boric-parque-forestal_20191220/
2 Garcés Durán, Mario. La Convención: el ejercicio de una soberanía limitada. 21 de abril de 2022. https://www.ongeco.cl/la-convencion-el-ejercicio-de-una-soberania-limitada/
3 Equipo CIPER. 120 residentes de 12 comunas populares de la Región Metropolitana explican por qué votaron Rechazo. 08 de septiembre de 2022. https://www.ciperchile.cl/2022/09/07/120-residentes-de-12-comunas-populares-de-la-region-metropolitana-explican-por-que-votaron-rechazo/
4 Gramsci, Antonio. «Cuaderno 10. La filosofía de Benedetto Croce». En Cuadernos de la cárcel. Tomo 4, de Antonio Gramsci, 111-234. México, D. F.: Ediciones Era, S. A. de C. V., 1986; (pág. 207).
5 Horkheimer, Max, y Theodor W. Adorno. Dialéctica de la Ilustración. Madrid: Editorial Trotta, S. A., 1998, (pág. 300).
6 Biobío Chile. No solo Monsalve: 67 solicitudes para fichar funcionarios con “exención” de límites de remuneración. 22 de agosto de 2022. https://www.biobiochile.cl/especial/bbcl-investiga/noticias/reportajes/2022/08/22/no-solo-monsalve-67-solicitudes-para-fichar-funcionarios-con-exencion-de-limites-de-remuneracion.shtml
7 CNN Chile. Ministra Siches respaldó a Carabineros: “No vamos a tolerar la golpiza a nuestros funcionarios”. 29 de marzo de 2022. https://www.cnnchile.com/pais/izkia-siches-respaldo-carabineros-no-tolerar-golpiza-funcionarios_20220329/
8 Diario Financiero. Empresarios llevan sus preocupaciones a La Moneda y gobierno compromete mesas de trabajo ad portas del plebiscito. 16 de agosto de 2022. https://www.df.cl/economia-y-politica/gobierno/boric-y-equipo-economico-se-reunen-con-grandes-empresarios-que
9 «¡La contemporización es la muerte!», apotegma atribuido a Pedro el Grande y uno de los lemas de vida y de batalla Vladimir Lenin.
10 Maringoni, Gilberto. Chile: as razões da derrota. 06 de septiembre de 2022. https://www.ihu.unisinos.br/categorias/621926-chile-as-razoes-da-derrota
11 Goicovic Donoso, Igor. La derrota reformista y el escenario del conflicto político. 06 de septiembre de 2022. https://rebelion.org/la-derrota-reformista-y-el-escenario-del-conflicto-politico/
12 Para ahondar en los conceptos «crisis», «crisis de hegemonía» y «crisis orgánica», remitimos a los siguientes trabajos: Gramsci, Antonio, «Cuaderno 13. Notas sobre la política de Maquiavelo». En Cuadernos de la cárcel. Tomo 5, de Antonio Gramsci, 11-92. México, D. F.: Ediciones Era, S. A. de C. V. / Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, 1999; (págs. 52-60). De Zubiría Samper, Sergio, y Giovanni Libreros Jiménez. «Crisis de hegemonía, subjetividades insurgentes y perspectivas». Revista Izquierda, nº 96 (mayo 2021): 21-31. https://revistaizquierda.com/crisis-de-hegemonia-subjetividades-insurgentes-y-perspectivas/
13 Aquí se acude al concepto «posfascismo», incorporando las reflexiones de Enzo Traverso sobre las nuevas derechas extremas o radicales del siglo XXI. Véase Traverso, Enzo. Posfascismo. Fascismo como concepto transhistórico. 03 de diciembre de 2019. https://vientosur.info/posfascismo-fascismo-como-concepto-transhistorico/
14 Lazzarato, Maurizio. El capital odia a todo el mundo: fascismo o revolución. Buenos Aires: Eterna Cadencia, S. R. L., 2020.
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