Renán Vega Cantor
Investigador independiente
Para Edward Alexander, la singularidad del Holocausto es un ‘capital moral’; los judíos deben ‘reclamar su soberanía’ sobre esa ‘valiosa propiedad’.
Norman Finkelstein, La industria del Holocausto. Reflexiones sobre la explotación del sufrimiento judío, Siglo XXI Editores, Madrid, 2002, p. 54.
Israel [es] una nación necrofílica obsesionada y poseída por la muerte y, particularmente por los campos de exterminio del Holocausto: incapaz de comprender la atrocidad y, sin embargo, lo suficientemente capaz de usar y abusar de sus recuerdos en nombre de sus objetivos políticos.
Ilan Pappé, La idea de Israel. Una historia de poder y conocimiento, Editorial Akal, Madrid, 2015, p. 214.
Múltiples han sido las repercusiones que han tenido los sucesos del 7 de octubre de 2023, cuando las fuerzas de la resistencia palestina atacaron a los sionistas en sus madrigueras y con ello demolieron el mito de la vulnerabilidad de Israel y rompieron para siempre la sensación de seguridad de los colonialistas que ocupan las tierras invadidas de Palestina. Existe una repercusión que poco ha sido considerada y es central para explicar la pérdida de legitimidad internacional del Estado genocida de Israel: la erosión del Capital Victimista y Lastimero, que se acumulaba desde la guerra de 1967, momento cuando se creó el relato del Holocausto, poderosa industria con la que han rentado, simbólica y materialmente, tanto el Estado de Israel como el lobby sionista de los Estados Unidos, su principal sostén ideológico y propagandístico en todo el mundo.
En este ensayo consideramos la manera cómo está cayendo en picada la rentabilidad [la tasa de ganancia] del Capital Victimista y Lastimero [CVL]. Para eso, analizamos cuatro tópicos: en primer lugar se presenta una breve definición de ese tipo de capital, basándonos en la tradición de la crítica de la economía política; luego hablamos de la acumulación originaria de ese tipo de capital, cuyo punto cero de arranque puede ubicarse con precisión: junio de 1967, durante la Guerra de los Seis Días; después hablamos de la acumulación por desposesión de ese CVL que se realizó durante los últimos 55 años; y, finalmente, examinamos la forma como ha caído la tasa de ganancia de este capital en los últimos meses.
Capital victimista y lastimero, un intento de definición
De antemano es necesario precisar lo que se entiende por Capital Victimista y Lastimero [CVL], a partir de los lineamientos y el comportamiento del Estado de Israel y del lobby sionista de los Estados Unidos, los tanques de pensamiento (de derecha y de cierta izquierda pro sionista) que lo han replicado en diversos lugares del mundo, y donde ha sido aceptado y tolerado en concordancia con los intereses sionistas, siendo los casos más notables los de Alemania, Francia e Inglaterra.
Para empezar, debe recalcarse que el CVL surge a partir de un hecho histórico real: el genocidio perpetrado por los nazis de Alemania contra los judíos de Europa, que formó parte de un genocidio más amplio que involucro a gitanos, personas incapacitadas (inválidos), comunistas y pueblos eslavos.
Ese hecho histórico, concreto y perfectamente identificable en el espacio y en el tiempo, y sobre el cual se pueden determinar sus causas fundamentales, fue transformado por el Estado de Israel y el lobby sionista de los Estados Unidos en un capital simbólico que Israel ha usado a placer basándose en una singular ocurrencia: es un hecho único e irrepetible, al que se le dio un nombre propio y, en consecuencia, se escribe con mayúsculas: El Holocausto. Cuando se utiliza esta denominación se recalcan varias de las características del CVL: en los prolegómenos y desenvolvimiento de la Segunda Guerra Mundial solo hubo un genocidio, el que afectó a los judíos; que este hecho se inscribiría dentro de un proyecto milenario de exterminar a los judíos, un proyecto que en esa lógica victimista se origina desde el mismo momento en que nace el “pueblo judío” (un término cuestionable, pues tal pueblo nunca existió); el Holocausto sería un hecho único e irrepetible, y hace a los judíos especiales, porque ningún otro genocidio en la historia ‒si es que se reconoce su existencia‒ alcanzaría las proporciones de lo acontecido con los judíos durante la Segunda Guerra Mundial; en esas condiciones, el Holocausto rompería la historia de la humanidad en dos, como un parteaguas, porque nunca, ni antes ni después, ha sucedido ni sucederá algo que iguale al padecimiento de los judíos en Europa tras la llegada de los nazis al poder en Alemania en 1933; esto le conferiría una superioridad moral al Estado de Israel ‒que se arroga el derecho de asumirse como representante de todos los judíos del mundo ‒el cual se presenta como la eterna víctima de los “gentiles” (los que no son judíos y en teoría siempre son sus enemigos, abiertos, declarados o encubiertos); cualquier crítica que se haga al Estado de Israel o al relato del Holocausto es señalada como expresión del antisemitismo de siempre, que quiere borrar a los judíos de la faz de la tierra. En síntesis: “Holocausto no sólo sitúa a los judíos como un grupo aparte, sino que también les otorga ‘derechos sobre los demás’”. De tal forma, “la singularidad del Holocausto es un ‘capital moral’: los judíos deben ‘reclamar su soberanía sobre esta valiosa propiedad’”1 .
A partir de todos estos elementos, el CVL puede considerarse, en principio y de manera dominante, como un capital simbólico, puesto que lo que ha acumulado Israel es simpatía y lástima por el genocidio [Holocausto] de los judíos durante la Segunda Guerra Mundial. Alrededor de ese sentimiento Israel creó, con éxito, una poderosa industria de CVL, que le renta no solo ganancias simbólicas, morales y culturales, sino también ganancias económicas y materiales. Esto último se explica porque la industria del Holocausto no es una figura o una metáfora; es, por el contrario, un poderoso negocio de índole multinacional que ha llevado a que, sobre todo el lobby sionista de los Estados Unidos, llene sus bolsillos con millones de dólares que proceden de diversas fuentes: el negocio del Holocausto [del CVL] con la construcción de museos, edición de libros, realización de películas, cátedras obligatorias en donde se enseña a experimentar lástima por los sionistas y a considerarlos eternas víctimas de la persecución que contra ellos librarían los antisemitas del mundo entero; y otra fuente importante del CVL en términos materiales es el cobro de indemnizaciones millonarias a países europeos, empezando por Alemania, para cederla a supuestos sobrevivientes del Holocausto. Por eso, con ironía algunos dicen que en lugar de Holocausto habría que hablar de Holocash [Cash en inglés significa dinero en efectivo, pago al contado].
La principal función del CVL es legitimar, ocultar y esconder los crímenes del Estado sionista de Israel en las tierras ocupadas de Palestina, desde antes incluso de su fundación en 1948, y acentuados después de 1967. Los numerosos crímenes de Israel se justifican en forma recurrente recordando el Holocausto, es decir, sacando a relucir el CVL, exhibiéndolo en forma impúdica. Hasta hace pocas semanas eso le era perfectamente funcional y rentable, porque gran parte de la humanidad occidental lo daba por cierto y señalaba al Estado de Israel como una pobre víctima, asediado por peligrosos e intolerables enemigos (los palestinos en particular y los árabes en general) que tiene derecho a defenderse, porque así lo determina su sufrimiento durante la Segunda Guerra Mundial [El Holocausto] y además así lo dictan los cánones de origen divino en que se basaría la construcción del Estado de Israel, que encauzó al pueblo elegido por Dios hacia la tierra santa de Palestina. Y esto se legitima con la pretensión de que los judíos son ontológicamente superiores a cualquier otra etnia en el mundo.
El CVL opera en la vida cotidiana de los habitantes de Israel y en todos los lugares en donde la presencia de judíos sionistas exige someterse a los dogmas de victimización de los habitantes de Israel, al margen de cualquier otra consideración. Y quien se salga de esos dogmas, sencillamente es un antisemita, y se procede a acallarlo a las buenas o a las malas.
La acumulación de CVL tiene como finalidad generar, en forma consciente y premeditada, lástima ‒que no es compasión‒ hacía Israel que se auto proclama una víctima y basándose en esa auto victimización se aprovecha para expulsar, perseguir y masacrar a los palestinos. Con esa lógica, los agresores colonialistas de Israel aparecen como los agredidos, y los palestinos dejan de ser los colonizados y son presentados como invasores que quieren quitarle la tierra santa a los israelitas. El CVL como capital simbólico trastoca la realidad, la invierte de tal manera que los mansos leones [Israel] deben protegerse de las despiadas ovejas [los palestinos] que quieren devorarse a los pobres e indefensos felinos y exterminarlos. Por eso, estos atacan simplemente como un asunto de supervivencia, para defenderse y protegerse, no porque en su ADN esté escrito su carácter depredador y violento.
Acumulación originaria de capital victimista y lastimero
Como cualquier capital, el CVL tiene un origen histórico que puede rastrearse con precisión. El proceso de incubación se presenta como resultado de la Segunda Guerra Mundial, más exactamente por el genocidio nazi. Llama la atención, sin embargo, que ese CVL no haya emergido plenamente en el momento de fundación del Estado de Israel (1948) sino que solamente aparezca veinte años después. Durante ese lapso se presentó la acumulación originaria, en la que fueron fundamentales la violencia, el despojo y la expropiación, porque el CVL de Israel viene al mundo chorreando sangre por todos sus poros.
La expropiación tiene una doble dimensión: es material, porque implica el robo de la tierra a los palestinos, habitantes originales de los territorios usurpados por Israel y su expulsión forzada desde 1947, es lo que se conoce como la limpieza étnica (la Nakba); pero la expropiación es también cultural, espiritual e histórica, ya que el naciente Estado de Israel nace con unos mitos fundadores que niegan que los territorios recién usurpados tuvieran habitantes (según la invención sionista estaban vacíos, eran un desierto), y que esos pobladores tuvieran historia, costumbres, religiones, lengua, tradiciones. Sencillamente, en esta dirección, como lo repiten como loros amaestrados los sionistas de Israel, el pueblo palestino no existe, según lo proclamó la sionista y criminal de guerra Golda Meir.
En ese proceso de expropiación simbólica de la historia palestina ha sido determinante la continua referencia que hace Israel del Holocausto y su conversión en una industria rentable. Ese fue un proceso que no se dio de manera inmediata, sino que requirió de cierto tiempo. Aunque Ben Gurion y otros fundadores del Estado de Israel hicieron alusión a un “Segundo Holocausto” ya desde finales de la década de 1940, para referirse a la hostilidad generalizada que suscitó entre los árabes la decisión arbitraria de la ONU de dividir la palestina histórica en dos estados, concediéndole a los colonos europeos la mayor parte del territorio, así como las acciones brutales de despojo y expulsión llevadas a cabo por los grupos paramilitares del sionismo, que luego se convierten en las fuerzas armadas del naciente Estado de Israel. En ese momento el término no caló ni tuvo mucha influencia, por un hecho geopolítico concreto: la necesidad por parte de Estados Unidos de integrar a Alemania al orden capitalista, y limpiar su reciente pasado nazi y genocida. Por esa razón, no era de muy buen recibo señalar con el dedo acusador al recién llegado a la órbita del capitalismo hegemonizada por los Estados Unidos, máxime cuando existía la rivalidad con la URSS. Esto explica que, en esos años, en Estados Unidos el lobby sionista no hablara con mucha enjundia del genocidio nazi ni utilizara el término Holocausto para referirse a lo acaecido en la Segunda Guerra Mundial. Antes, por el contrario, el mundo occidental podía lucrarse con esos crímenes e integrar a antiguos nazis en las tareas anticomunistas de la posguerra, como efectivamente se hizo en Estados Unidos y en otros lugares del mundo.
Un hecho clave en la acumulación originaria del CVL fue el proceso en 1961 contra Adolf Eichmann en Israel. Recordemos que este criminal nazi fue secuestrado en forma ilegal por el Estado de Israel en Buenos Aires, violando elementales normas del Derecho Internacional, a través del tenebroso Mosad. En Tel-Aviv se realizó el juicio de Eichmann que concitó la atención de la sociedad israelí y, por primera vez, Israel se presentó ante el resto del mundo como el representante “natural” de los judíos asesinados en Europa por los alemanes.
Este juicio, aunque a primera vista estaba dirigido a castigar a un alto responsable nazi del genocidio de los judíos ‒en esa ocasión ni siquiera se nombraron los genocidios cometidos por los alemanes contra otros pueblos ‒, fue la puesta en escena del victimismo israelí, que en adelante tantos réditos les iba a proporcionar. Ese victimismo, arrogarse el derecho de hablar en nombre de los judíos que sufrieron la persecución nazi y reclamar una superioridad moral que conducía a Israel a violar el derecho internacional fueron algunos de los elementos que se exhibieron ya en el juicio contra Adolf Eichmann y que luego van a formar parte esencial del CVL, cuya cota máxima es la construcción ideológica del Holocausto, palabra que empezó a ser mencionada por primera vez en Estados Unidos en ese momento y a raíz de ese juicio.
Asimismo, fue la ocasión para presentar la visión, que después se hará dominante, y no es sino propaganda, según la cual durante la Segunda Guerra Mundial el único genocidio que se cometió fue contra los judíos, desapareciendo así los otros genocidios, los cuales quedaron eclipsados bajo en vocablo Holocausto. Incluso, el procedimiento judicial contra Eichmann mostró el carácter parcial, limitado y unilateral de la idea de Holocausto, puesto que los jueces escogidos eran judíos y no se incorporó a un juez de ninguna otra parte del mundo ni de otro origen nacional. Es como si los crímenes nazis no hubieran sido crímenes contra la humanidad y no contra un pueblo o un sector étnico en forma exclusiva y pudieran considerarse como de incumbencia exclusiva, para dictar justicia, de un Estado específico, de Israel.
Con el secuestro y ejecución de Eichmann, Israel se presentó ante el mundo como el “justiciero noble”, que actuaba por su superioridad moral y por su carácter de pueblo elegido por Dios. Además de dar comienzo a la institucionalización del Holocausto como componente central de la memoria del Estado de Israel, esto es, acumular internamente el CVL, la consecuencia más detestable del juicio de Eichmann consistió en direccionar las actitudes de la sociedad israelí respecto a los palestinos, siendo “el tema más importante de esta conexión la nazificación de la lucha palestina. De tal modo que los palestinos también fueron víctimas de aquella manipulación”2 .
Con este antecedente inmediato a comienzos de la década de 1960, en 1967 despega con fuerza e intensidad el CVL. Eso fue un producto de la guerra de junio de 1967 (Guerra de los Seis Días), cuando Israel derrotó a los ejércitos de los países árabes y se anexionó nuevos territorios, entre ellos Gaza y Cisjordania, la Península de Sinaí y los Altos del Golán. Esta guerra relámpago impresionó a los Estados Unidos, que presionados por el lobby judío interno cambiaron su posición frente al Estado sionista y de ese momento en adelante, hasta la actualidad, se convirtieron en el socio incondicional del expansionismo y guerrerismo de Israel. Y acá es donde surge la industria del Holocausto. Sus promotores pertenecían al lobby judío estadounidense quienes ofrecieron el triunfo militar de Israel como una credencial para posesionarse como un socio imprescindible del poder estadounidense en el oriente medio. Y, en esas circunstancias geopolíticas, en Estados Unidos adquirió carta de ciudadanía el CVL de Israel, vía Holocausto, que se convirtió en el relato oficial para justificar los crímenes coloniales de Israel.
Entre sus características centrales vale resaltar que Israel se convirtió en la única y suprema víctima, porque no hay nada que iguale o supere al Holocausto, que devino en el rasgo predominante de la cultura de la victimización que identifica desde entonces al Estado sionista de Israel. Del horizonte del genocidio nazi desaparecieron los comunistas, los discapacitados, los gitanos, los eslavos y la Segunda Guerra Mundial se empezó a reducir a la “cuestión judía”, con lo cual se le otorgó un capital simbólico y moral que lo dota de inmunidad ‒e impunidad‒ para realizar todo tipo de crímenes y delitos contra los palestinos y los vecinos árabes. Como lo ha dicho Norman Finkelstein:
El Holocausto pasó a desempeñar una función fundamental en esta ofensiva ideológica. Es evidente que evocar a la persecución histórica de los judíos servía para desviar toda crítica presente […] Se rechazaba la posibilidad de que el talante con que se veía a los judíos pudiera basarse en conflictos de intereses reales. Invocar el Holocausto era una estratagema para deslegitimar toda crítica a los judíos puesto que dicha crítica solo podía derivar de un odio patológico3 .
El CVL que acumuló Israel, en asociación directa con los sionistas de Estados Unidos, es un capital moral que le otorga el carácter de víctima permanente y con derecho a actuar de cualquier forma ‒incluso construyendo bombas atómicas‒ con la premisa (convertida en un axioma indiscutible) de defenderse de sus eternos agresores, lo cual se justificaba en el sufrimiento del pasado, o sea, de la persecución sufrida durante la Segunda Guerra Mundial.
El CVL que surgió a la palestra en 1967, producto de una guerra de agresión es bueno recordarlo, se sustenta en la construcción paralela de la negación de cualquier crítica a Israel, lo que se considera como una muestra de antisemitismo. Con el relato del antisemitismo, un componente esencial del CVL, Israel se escuda para hacer cualquier cosa, encaminada a perseguir a un individuo, organización o nación que se oponga a sus intereses. En este sentido, el CVL se convierte en una patente de corso para realizar los crímenes que se le antojen a Israel, cuya excusa protectora es que ese país fue víctima del Holocausto. Como lo dice Finkelstein:
El despliegue del Holocausto ha permitido que una de las potencias militares más temibles del mundo, con un espantoso historial en el campo de los derechos humanos, se haya convertida a sí misma en Estado ‘víctima’ y que el grupo étnico más poderoso de los Estados Unidos también haya adquirido el estatus de víctima. Esta engañosa victimización produce considerables dividendos, en concreto, la inmunidad a la crítica, aun cuando esté más que justificada4 .
El CVL para operar requiere de instrumentos e instituciones, y eso fue lo que se empezó a construir después de 1967. En efecto, se diseñaron aparatos estatales y privados a partir de los cuales el Holocausto se convirtió en un mito de la vida cotidiana, tanto en Israel como en Estados Unidos, y de contera en otros países, principalmente de Europa. Emergieron cátedras en universidades, primero de Israel y Estados Unidos y luego en Europa occidental y otros lugares del mundo; se erigieron museos del Holocausto y lugares de la memoria sobre ese hecho; en Estados Unidos, el New York Times asumió la vocería propagandística del Holocausto, hasta el punto de que a diario aparece información sobre hecho en forma más recurrente que sobre la temperatura del momento; se fundaron editoriales cuyo objetivo exclusivo es publicar investigaciones sobre el Holocausto; Hollywood se convirtió en la meca del cine sionista que justifica los crímenes de Israel; se erigieron tribunales antidifamación para perseguir a los críticos de Israel, tachados de racistas y antisemitas e incluso en países como Francia y Alemania está prohibida cualquier crítica a Israel y se han impuesto penas de cárcel a quienes se atrevan a ir contra la norma establecida que dictamina por Ley de Estado que ese país es una víctima permanente que requiere lástima y conmiseración.
Como decíamos al comienzo, el CVL no es solamente simbólico sino también económico y material, puesto que con su despliegue se enriquecen sectores específicos en Israel, Estados Unidos y otros lugares del mundo, en donde existe una poderosa propaganda sionista que concede premios, reconocimientos, contratos millonarios e impulsa el cobro de indemnizaciones a países europeos, para que les paguen a los supervivientes del Holocausto, que en forma extraña aumentan todos los días, en la medida en que hay dinero de por medio; vale decir que el CVL atrae más capital, en un proceso típico de autovalorización, similar al de una burbuja especulativa cuyo centro principal de acumulación se encuentra en Estados Unidos e Israel, pero también se presenta una acumulación periférica en gran parte del mundo occidental.
Múltiples han sido las repercusiones que han tenido los sucesos del 7 de octubre de 2023, cuando las fuerzas de la resistencia palestina atacaron a los sionistas en sus madrigueras y con ello demolieron el mito de la vulnerabilidad de Israel y rompieron para siempre la sensación de seguridad de los colonialistas que ocupan las tierras invadidas de Palestina. Existe una repercusión que poco ha sido considerada y es central para explicar la pérdida de legitimidad internacional del Estado genocida de Israel: la erosión del Capital Victimista y Lastimero, que se acumulaba desde la guerra de 1967, momento cuando se creó el relato del Holocausto, poderosa industria con la que han rentado, simbólica y materialmente, tanto el Estado de Israel como el lobby sionista de los Estados Unidos, su principal sostén ideológico y propagandístico en todo el mundo.
Acumulación por desposesión del capital victimista y lastimero
Israel ha sabido valorizar, de eso no hay la menor duda, el CVL, lo cual ha sido posible por varias razones, que pueden enumerarse en forma somera: por el papel desempeñado por el lobby sionista en Estados Unidos que convenció al complejo militar-industrial de este país de la importancia de tener como aliado a Israel en oriente medio, lo cual vino acompañado de la adopción del Holocausto como una especie de nuevo sentido común victimista en la sociedad estadounidense, que nunca se aplica a los innumerables crímenes cometidos contra negros, indígenas y migrantes en el propio territorio de Estados Unidos; por el complejo de culpa de los países europeos, especialmente de Francia y Alemania, donde se ha llegado a extremos vergonzosos de sumisión a Israel y de aceptación acrítica de sus crímenes, de silenciamiento de los palestinos y de reivindicación abusiva del Holocausto; poderosos lobbys sionistas en otros lugares del mundo, como en Argentina, han globalizado en Occidente el Holocausto y la celebración del “día de la independencia de Israel” como si fueran hechos indiscutibles a los que hubieran que unirse, sin mencionar nunca la Nakba [expulsión] y los derechos de los palestinos.
Aprovechando estas circunstancias, desde Estados Unidos y con una gran participación de la “industria del espectáculo”, empezando por Hollywood, se ha expandido el CVL para generar empatía con los sionistas de Israel y ocultar sus numerosos crímenes, a nombre de una pretendida superioridad moral, que lo convertiría en una especie de guardián de esa superioridad.
Esto explica que, en momentos en que arrecían los ataques contra la Palestina ocupada, se acuda a esa especie de fondo rentístico coyuntural que es el CVL, pues en esas ocasiones Israel saca a relucir su pasado de victima durante la Segunda Guerra Mundial y hable del Holocausto, de los enemigos de Israel y califique a quienes la critican como rabiosos antisemitas.
En todas esas ocasiones opera lo que puede denominarse la acumulación por desposesión, que no es otra cosa sino la renovación permanente de la acumulación originaria de CVL, de acuerdo con las oportunidades de negocios simbólicos y materiales que se vayan presentando, pero siempre con una características de fondo: la justificación y legitimación del colonialismo de Israel y la opresión, persecución y limpieza étnica de los palestinos. Ese es el elemento central del despojo en el que también juega su propio papel el CVL.
Como parte de esa acumulación por desposesión vale destacar que Israel ha emprendido distintas estrategias para valorizar su CVL, entre las que cabe destacar: sus equipos deportivos son admitidos en las competencias europeas como si fuera un país europeo y está terminantemente prohibido que en los campos de juego y estadios se diga algo en contra de Israel o se exalte a los palestinos y quien se atreva a hacerlo es sancionado en forma ejemplarizante y tachado de peligroso antisemita; la aceptación de los cantantes de Israel en los festivales de la Canción de Eurovisión, donde incluso sus representantes han resultado ganadores en cuatro ocasiones y ese país ha organizado ese evento en Tel Aviv; la contratación de figuras del espectáculo farandulero o futbolística para que se presenten en territorio de Israel y le laven su imagen (al respecto valga recordar que Madonna recibió un millón de dólares por actuar durante cinco minutos en el festival de Eurovisión en 2019); la difusión de mitos diversos, entre ellos que Israel es la única democracia de oriente próximo, es un país pluralista, tolerante, amigo de la diversidad y una sociedad prospera y opulenta, en medio de la miseria y el atraso de los árabes y palestinos.
Todas estas estrategias valorizaron el CVL de una manera simple: mediante la eliminación del escenario mediático y político mundial de la “cuestión palestina” y la negación tácita por parte de la “comunidad internacional de delincuentes” de las reivindicaciones anticoloniales de Palestina. Aunque eso nunca ha sido del todo posible, Israel ha emprendido campañas de propaganda encaminadas a diversificar su portafolio de CVL, tal como el lanzamiento, en 2005, del proyecto la “Marca Israel” que pretendía vender una renovada imagen como un país pujante, moderno, innovador en materia científica y tecnológica y que habría superado el militarismo y su mesianismo y racismo étnico-religioso.
Esa campaña intentaba demostrar que, en medio de la “envidia” de palestinos y árabes, supuestamente motivada por la prosperidad y democracia de Israel, era necesario enfrentar a los enemigos vendiendo la idea de que el Estado sionista era distinto y superior a las sociedades atrasadas del mundo árabe circundante. Para eso, se buscaba mostrar que Israel era un poderoso innovador en el campo tecnológico y realizaba importantes contribuciones al saber científico mundial, era un enclave de amplitud cultural y Tel Aviv una ciudad donde son recibidos con los brazos abiertos los gais y se tolera la libertad sexual de hombres y mujeres En estos casos, se estaba presentando al sionismo “como un sueño húmedo de porno liviano”5 .
Vale destacar que una de las figuras femeninas que se exaltó como expresión emblemática de la Marca Israel fue la Miss Israel 2007, Carl Gadot [la actriz de la Mujer Maravilla], que se exhibía casi desnuda, como símbolo de un país que habría pasado la página de la cuestión palestina. Esta misma mujer fue militar activa de las fuerzas de Israel y, en estos momentos, es una defensora a ultranza del genocidio a que están siendo sometidos los palestinos, y una voz activa en el apoyo que desde Hollywood se hace de los crímenes de Israel. ¡Ahí radica la maravilla imaginaria de la marca Israel, bien ejemplificada por la mencionada actriz!
El objetivo de venderle al mundo la “Marca Israel” se inscribe en la misma lógica de valorizar el CVL, puesto que pretende, en momentos en que arrecia la persecución de los palestinos, distraer a la opinión pública internacional con la realización de “grandes eventos” científicos, artísticos o deportivos. Por ejemplo, en 2019, mientras se masacraba vilmente a los palestinos en Gaza, en Israel se celebraba y se transmitía por la televisión internacional el Festival de Eurovisión, con muchos bombos y platillos, para lavar con música y canciones su imagen de agresor.
Ahora bien, pese a que Israel siempre ha suscitado rechazo por su carácter colonialista y genocida, durante los últimos años había logrado, junto con Estados Unidos y la Unión Europea, silenciar a Palestina y hacerla olvidar del resto del mundo. Esto podía considerar como un éxito del CVL, que se exportaba a nivel internacional y se mezclaba con proyectos aparentemente distantes del militarismo sionista.
Uno de los elementos que lo mostraban era el acercamiento vergonzoso de las monarquías de los países árabes y otros de la región fue la firma en 2020 de los llamados Acuerdos de Abraham, promovidos por Estados Unidos, y en el que participaban Emiratos Árabes Unidos, Baréin, Sudán y Marruecos y cuyo objetivo era normalizar relaciones diplomáticas y comerciales con Israel. Lo destacado de ese acercamiento estribaba en que los países mencionados reconocían la soberanía del Estado sionista sobre los territorios ocupados y excluían a los palestinos. Se aducía que ese acuerdo buscaba la paz de la región, excluyendo a los palestinos, como quien dice era una acuerdo envenenado desde su origen.
Este podría considerarse como un éxito de la Marca Israel y, por tanto, una expansión del capital victimista, a partir del criterio de que Israel tiene derecho a existir y a someter a los palestinos al Apartheid y la limpieza étnica. Estados Unidos, por supuesto, se regocijaba por esos acuerdos y el secretario de Estado, el sionista Antony Blinken, podía decir con satisfacción en septiembre de 2022 estas palabras, que al poco tiempo fueron enterradas para siempre: “Estamos comprometidos a avanzar y expandir estos acuerdos entre Israel y los países de mayoría árabe y musulmana para mejorar la seguridad, la prosperidad y la paz regionales”6 . Pero ese éxito fue efímero y se rompió en mil pedazos el 7 de octubre, como tantas cosas de la “normalización de Israel” como un país próspero y “pacífico”.
Cae abruptamente la tasa de ganancia del capital victimista y lastimero
Cuando el 25 de abril de este año, Israel celebró los 75 años de su fundación, lo que en forma cínica y mentirosa llaman el “día de la independencia”, políticos y periódicos a sueldo anunciaban un futuro radiante para el Estado sionista, a pesar de las dificultades coyunturales. Lo mostraban como un éxito económico, político y cultural y con un brillante porvenir. Así lo expreso la revista The Economist en el número en que conmemoraba ese cumpleaños:
Hoy Israel es enormemente rico, más seguro de lo que ha sido durante la mayor parte de su historia, y democrático: es decir, si se está dispuesto a excluir los territorios ocupados. (¡sic!). Ha superado guerras, sequías y pobreza con pocos recursos naturales aparte del factor humano. Es un caso atípico en Oriente Próximo, un centro de innovación y un ganador de la globalización7 .
Para más señas, el editorial se acompañaba de una elocuente ilustración, para representar la prosperidad de Israel y su futuro radiante, y en el centro se exalta la figura de Benjamín Netanyahu (un asesino químicamente puro) como el emblema de ese “milagro” (Ver ilustración más abajo).
Esto que parece un chiste de pésima factura era una expresión de la forma como se apreciaba el “milagro israelí” antes del 7 de octubre, incluso podría decirse que era fácilmente aceptable todavía el 6 de octubre en horas de la noche. Pero al día siguiente todo cambió y para siempre. Ese día comenzó el declive irreversible del CVL, aunque al principio daba la impresión de ser lo contrario.
Los ataques del 7 destruyeron los mitos de la invulnerabilidad de Israel, de la seguridad absoluta de su territorio y del carácter invencible de sus fuerzas armadas. En pocas horas todos esos mitos fueron destrozados. Era un contexto que incluso hubiera podido ser aprovechado para valorizar el CVL, como se hizo en las primeras de cambio. En efecto, mediante argucias, mentiras, engaños, falsas noticias, Israel vendió la idea ‒que todavía repite falsimedia mundial‒ que sus “pacíficos” y “bondadosos” habitantes habían sido víctimas de un ataque terrorista injustificado e inexplicable, con un saldo de 1400 israelitas asesinados. La cifra inflada se redujo de inmediato a 1200 y se generalizó la mentira de que se había matado en forma indiscriminada, se había violado y decapitado a mujeres y niños. No pasó mucho tiempo, para que dentro del propio Israel empezaran a circular informaciones que comprobaban que gran parte de los muertos habían sido producidos por la fuerza asesina y vengativa de las FDI (Fuerzas de Defensa (sic) de Israel), las que llegaron bombardeando y ametrallando, sin importar que los combatientes de Hamas tuvieran retenidos a ciudadanos de Israel. Eso no interesaba, de lo que se trataba era de matar a todo lo que se moviera, para evitar que hubiera retenidos, que fueran llevados al territorio de Gaza.
Lo único cierto es que, en un primer momento, tuvo una valorización repentina y coyuntural el CVL, puesto que los medios sionistas del mundo occidental empezaron a recordar el Holocausto y a decir que esa era la peor masacre de judíos en el mundo después de la Segunda Guerra Mundial, como quien dice una especie de segundo Holocausto. Empezaron a calificarse a los palestinos y a los militantes de Hamas como nazis que habían osado atacar a una sociedad pacífica que se divertía alegremente. Pero eso fue un efecto de corto vuelo, propio de una burbuja especulativa, que muy rápido se desinfló por la torpeza criminal de Israel.
Sudáfrica ha presentado una denuncia formal ante la Corte Internacional de Justicia, con sede en La Haya, contra Israel en la que lo acusa por sus acciones que “son de carácter genocida porque tienen como objetivo provocar la destrucción de una parte sustancial” de los palestinos en Gaza, una acusación que era impensable hace unos pocos meses y que demuestra la acelerada caída de la tasa de ganancia del capital victimista. Esto se ha confirmado con la ambigua decisión de la Corte Internacional de Justicia (CIJ) que, por primera vez, sentó a Israel en la silla de los acusados por genocidio. Aunque la decisión de esa CIJ no adopta la solicitud fundamental de Sudáfrica de suspender la guerra contra Palestina y legitima la agresión (lo que demuestra el peso de Estados Unidos y del Occidente imperialista en los órganos judiciales de índole internacional, incluyendo los de la ONU) si dio curso a la apertura de investigación contra Israel por genocidio, algo que era impensable hace seis meses.
Pero lo que era una oportunidad dorada de valorizar el CVL rápidamente fue despilfarrada por la arrogancia, sed de venganza y espíritu asesino que caracteriza al Estado de Israel, cuyo principal dirigente del momento, el genocida Benjamín Netanyahu, inició de inmediato el bombardeo indiscriminado contra la franja de Gaza, en donde hasta el momento las fuerzas criminales de Israel han asesinado a más de veinte cinco mil personas ‒y se calcula preliminarmente que cien mil personas yacen enterradas bajo los escombros‒ dejado miles de heridos y lisiados, asesinado a miles de niños y mujeres, destruido el 60 % de la infraestructura de Gaza, expulsado como parte de la limpieza étnica a cerca de dos millones de seres humanos a las que bombardea en escuelas, hospitales, campos de refugiados, albergues de la ONU. Ha matado a más de cien periodistas para que no se informen de los crímenes de guerra y de lesa humanidad perpetrados. Pretende matar de hambre y enfermedad a los gazaties, mientras que sus colonos realizan una masacre similar en la Cisjordania ocupada.
Todo esto no tiene nada de novedoso ‒salvo la magnitud de la destrucción y el escalamiento del genocidio‒ porque eso es lo que siempre ha hecho Israel. La novedad estriba en que, pese a las mentiras y encubrimiento de falsimedia occidental, ante los ojos del mundo ha quedado en evidencia lo que es Israel, un Estado terrorista, genocida y un peligro para la propia humanidad. Y eso se produjo porque los medios de desinformación perdieron el monopolio de pronunciarse, ya que a través de celulares y redes sociales se empezaron a mostrar los crímenes de Israel, pese al asesinato premeditado de más de un centenar de periodistas. Y esas imágenes han quedado como testimonio directo de la magnitud del genocidio del Estado sionista.
Y eso es lo que desvalorizó el CVL de Israel, país que súbitamente, ante los ojos del mundo, apareció como lo que realmente es. En estas condiciones ya no tiene audiencia, salvo para los sectores sionistas más ortodoxos, seguir asociando las acciones de Israel al Holocausto y al sufrimiento del pueblo judío o justificarlas a nombre de Dios y del pueblo elegido. Ese embuste perdió eficacia ante la magnitud de lo sucedido y ante el cinismo de Israel de no ocultar el genocidio, sino de exaltarlo y proclamar la limpieza étnica, como había intentado hacerlo antes, cuando falsimedia mundial decía que esas acusaciones eran afirmaciones retóricas de los enemigos de Israel. Ahora, es otra cosa, porque las imágenes de niños aplastados y mutilados son irrebatibles y poca eficacia tiene ya el CVL, ya no genera réditos, y su tasa de ganancia ha caído en forma abrupta.
En otro contexto difícilmente se verían hechos como los que ahora se están presentando, entre los que cabe mencionar algunos:
- En Estados Unidos ha tomado fuerza un sentimiento a favor de los palestinos y de condena al Estado de Israel, al punto que, en algunas universidades, tradicionalmente dominadas por el sionismo, se han realizado multitudinarias marchas, manifestaciones y actos de repudio al genocidio de Israel.
- La marca transnacional Puma, de Alemania, decidió quitarle el patrocinio a la Selección de Futbol de Israel, y aunque aduce que eso no se hace por razones políticas si muestra claramente la caída de rentabilidad del CVL de Israel, al perder el respaldo de la firma que lo venía patrocinado desde hace 5 años.
- Sudáfrica ha presentado una denuncia formal ante la Corte Internacional de Justicia, con sede en La Haya, contra Israel en la que lo acusa por sus acciones que “son de carácter genocida porque tienen como objetivo provocar la destrucción de una parte sustancial” de los palestinos en Gaza, una acusación que era impensable hace unos pocos meses y que demuestra la acelerada caída de la tasa de ganancia del capital victimista. Esto se ha confirmado con la ambigua decisión de la Corte Internacional de Justicia (CIJ) que, por primera vez, sentó a Israel en la silla de los acusados por genocidio. Aunque la decisión de esa CIJ no adopta la solicitud fundamental de Sudáfrica de suspender la guerra contra Palestina y legitima la agresión (lo que demuestra el peso de Estados Unidos y del Occidente imperialista en los órganos judiciales de índole internacional, incluyendo los de la ONU) si dio curso a la apertura de investigación contra Israel por genocidio, algo que era impensable hace seis meses.
- Lo más significativo para comprobar la caída de la tasa de ganancia del CVL de Israel lo muestra el mapa que adjuntamos, en el cual aparecen los países que apoyaron la demanda de Sudáfrica, la mayor parte del Sur global, y los pocos que respaldan a Israel, que se reducen a Estados Unidos y la Unión Europea, los mismos que son coparticipes en el genocidio del pueblo palestino.
- Las votaciones en el seno de las Naciones Unidas (tanto en el Consejo de Seguridad como en la Asamblea general) indican el aislamiento internacional de Israel, cuyo comportamiento criminal ha sido condenado en la última votación por 153 países, quedando reducido su apoyo a la comunidad internacional de delincuentes de Occidente, encabezados por los Estados Unidos.
- Varios países del mundo han roto relaciones diplomáticas, o las han congelado, destacándose en nuestra América el ejemplo de Bolivia, como un hecho que indica el arrinconamiento del CVL en el mundo periférico, donde vive la mayoría de la población mundial.
- Es tal el desprestigio que tiene hoy reclamarse como ciudadano de Israel que el propio régimen de Benjamín Netanyahu les ha recomendado a todos sus ciudadanos que oculten su nacionalidad, escondan su pasaporte y muestren el pasaporte de su segunda nacionalidad, que la mayor parte de ellos tiene. La justificación de esta sugerencia indica la caída abrupta de la rentabilidad del CVL, y vale la pena citarla por todo lo que revela. Al respecto, Eylon Levy, portavoz del gobierno israelí, comunicó esta decisión a través de su cuenta de X (anteriormente Twitter):
No puedo creer que tenga que anunciar esto: Israel emite una advertencia urgente de viaje global para TODOS los ciudadanos que viajen A CUALQUIER PARTE DEL MUNDO. Reconsidere si viajar al extranjero es realmente necesario. Si tienes que ir, evita mostrar signos externos de tu identidad israelí o judía.
A nivel mundial, quiero abordar este momento de peligro para el pueblo judío en todo el mundo, ya que somos testigos de un preocupante aumento del discurso de odio antisemita e incluso de casos de violencia contra judíos e israelíes tras la masacre del 7 de octubre. Hoy, el Consejo de Seguridad Nacional y el Ministerio de Asuntos Exteriores han emitido una inusual advertencia mundial de viaje. Hacemos un llamamiento a todos los ciudadanos de Israel para que extremen la precaución cuando viajen a cualquier lugar del extranjero8 .
En ese contexto de desacumulación del CVL, han aparecido como grotescas, cínicas y criminales las acciones encaminadas a mostrar que los palestinos son los nuevos nazis y adoradores de Hitler, una mentira vil. Valga un ejemplo. El 12 de noviembre, en medio del bombardeo asesino contra Gaza, el presidente de Israel, Isaac Herzog, informó que las fuerzas armadas habían hallado un ejemplar de Mi lucha de Adolfo Hitler en una base de Hamas, exhibiendo sin pudor alguno el supuesto ejemplar encontrado y agregando con cinismo: “Este es el libro que llevó al Holocausto y el libro que llevó a la Segunda Guerra Mundial, el libro que lo llevó [a Hitler] a ganar las elecciones en Alemania y es el libro que llevó a cometer las peores atrocidades de la humanidad”. Para justificar el asesinato de niños, añadió Herzog que el libro había sido encontrado en el cuarto de un niño, que era usado para preparar operaciones militares de Hamas. El libro encontrado, continuó Herzog, se hallaba en el cuerpo de unos de los militantes de Hamas y estaba subrayado y con anotaciones, como una demostración de que este militante “aprendió la ideología de Hitler de odiar a los judíos, de matar a los judíos, de quemar a los judíos, de masacrar a los judíos”.
Ante la pregunta de la reportera de la BBC sobre una gran marcha que se había realizado en Londres en apoyo a Palestina, Herzog señaló: “No estoy diciendo que todos los manifestantes de ayer apoyen a Hitler, pero lo único que estoy diciendo es que, al omitir todo lo que es la ideología de Hamás, ellos básicamente están apoyando esta ideología”, y para rubricar mostró a la cámara de televisión un ejemplar del libro. Lo del presidente de Israel simplemente rubrica lo que en estos días vienen diciendo los altos mandos de Israel y gran parte de la sociedad de ese país: que Hamas es una reencarnación del nazismo y sus combatientes son simples nazis9 .
Este intento de emplear a su favor el CVL por parte del presidente de Israel aparece, en las actuales circunstancias, desfasado, obsoleto e inútil, y demuestra la ceguera de los genocidas que piensan que por tener el apoyo de los Estados Unidos y de la Unión Europea el mundo entero les sigue haciendo caso y tragando entero sus mentiras. En otro momento, esta puesta en escena de Herzog hubiera tenido un impacto positivo para valorizar el CVL, pero no ahora, en medio del espantoso genocidio de los palestinos, transmitido en vivo y en directo.
Las condiciones cambiaron tanto en estas semanas, que la caída de la tasa de ganancia del CVL es irreversible y nunca volverá a recuperar su rentabilidad de otros tiempos.
Otro ejemplo lo podemos ver a través de un video verdaderamente obsceno que circuló por redes sociales. En el video se observa a un grupo de niños de Israel interpretando una canción en la que glorifican la destrucción de Gaza. Para más señas y no quede duda, la canción está acompañada de imágenes que reproducen los bombardeos y la destrucción de Gaza10 .
En otro momento esta apología vulgar del genocidio de los Palestinos (un componente central del CVL de Israel) hubiera sido acogida de inmediato en el mundo occidental como una muestra de “sensibilidad del arte sionista” y la creatividad de sus pioneros, los niños. Pero esos tiempos pasaron y ahora lo que se ha evidenciado, y así se ha denunciado por miles de personas que han contemplado horrorizadas esas miserables imágenes, es el cinismo y el culto a la muerte, que se imparte desde la infancia a los niños de Israel, algo que adquiere relevancia en medio de las imágenes de niños palestinos masacrados, estripados, cuyos cuerpos son destruidos y desmembrados por las bombas de Israel (Made in USA), las mismas que son alabadas en el canto asesino de los niños nacidos en Israel. Esa despreciable pieza musical, para rubricar el descaro, ha sido bautizada con el inofensivo nombre de La canción de la Amistad 2023. Claro, ¡qué gran dosis de amistad la que inspiran los niños de Israel al festejar las bombas que destruyen amistosamente a los niños de Gaza, que se encuentran a pocos kilómetros y al otro lado de la valla fronteriza! La amistad cae en forma de bombas sobre los cuerpos de los niños gazaties y eso se santifica por medio de un canto genocida, entonado por otros niños, por los de Israel, para glorificar los crímenes del Estado sionista.
Como muestra de que los tiempos están cambiando y que el CVL se erosiona como castillo de arena, la cadena nacional israelí Kan News que lo promocionó y difundió en su sitio web lo retiró rápidamente.
Por supuesto, que los sionistas seguirán repitiendo el mantra de Israel como víctima y con “derecho a defenderse” porque esa es la esencia del CVL, pero este relato victimista ya no convence a la mayor parte de la humanidad, ante la magnitud del genocidio en marcha.
Lo que sí está claro es que ese CVL nunca recuperará su tasa de ganancia de otros tiempos y, ahora, como el propio Israel, marcha hacia su eclipse definitivo. Porque una cosa es sentir lástima (y eso inspiraba Israel con sus lágrimas de cocodrilo nuclear hasta hace unas semanas) y otra es inspirar miedo y terror. Esto último es lo que suscita Israel, y gran parte de la humanidad lo ha entendido, y, a su vez, ello genera odio eterno que ya no podrá ser redimido con las mentiras y embustes de falsimedia occidental ni con recurrir al relato agotado del Holocausto.
Eso ya lo había dicho con una claridad meridiana José Saramago en 2003, cuando señaló: “El pueblo judío ya no merece simpatía por los sufrimientos que pasó” pues “está aplicando a los palestinos los mismos delitos, los mismos abusos de los que fue víctima”. Y agregó: “vivir a costa del Holocausto queriendo que se perdone todo lo que hacen en nombre de lo que sufrieron parece un poco abusivo. Parece que no aprendieron nada con el sufrimiento de sus padres y abuelos”. Y su demoledora conclusión nos sirve para cerrar este ensayo, porque sintetiza lo que ahora estamos presenciando con la caída de la tasa de ganancia del CVL:
Israel está haciendo perder el capital de compasión, de admiración y de respeto que el pueblo judío merecía por los sufrimientos por los que pasó. Ya no son dignos de ese capital 11 .
1 Norman Finkelstein, La industria del Holocausto. Reflexiones sobre la explotación del sufrimiento judío, Siglo XX Editores, Madrid, 2002, p. 54.
2 Ilan Pappé, La idea de Israel. Una historia de poder y conocimiento, Editorial Akal, Madrid, 2014, p. 225. [Énfasis nuestro].
3 N. Finkelstein, op. cit.
4 Ibíd, p. 8.
5 I. Pappé, op. cit., p 379.
6 Disponible en: “Los acuerdos de Abraham siguen propaganda prosperidad”. Disponible en: https://editorials.voa.gov/a/6779300.html
7 “Survivor nation. As Israel turns 75, its biggest threats now come from within”, The Economist, abril 27 de 2023. [Énfasis nuestro].
8 Disponible en: https://voz.us/israel-pide-a-sus-ciudadanos-a-no-revelar-su-identidad-en-el-extranjero/ [Énfasis nuestro]
9 Información disponible en: https://sputniknews.lat/20231112/el-presidente-israeli-asegura-que-encontraron-un-libro-de-hitler-en-una-base-de-hamas–video–1145668405.html
10 https://piensachile.com/2023/12/08/ninos-israelies-cantan-la-aniquilacion-de-gaza-cancion-genocida-en-israel/
11 “Saramago y una crítica feroz contra Israel”, Clarín, octubre 14 de 2003. Disponible en: https://www.clarin.com/ediciones-anteriores/saramago-critica-feroz-israel_0_HykXb6ygAtg.html [Énfasis nuestro].
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