Generic selectors
Exact matches only
Search in title
Search in content
Post Type Selectors

La elección presidencial en los Estados Unidos

Jairo Estrada Álvarez

Profesor del Departamento de Ciencia Política

Universidad Nacional de Colombia

 

La elección presidencial en los Estados Unidos que se llevó a cabo el pasado 5 de noviembre produjo un triunfo amplio del candidato del Partido Republicano, Donald Trump, con 74,3 millones de votos y 301 votos electorales, sobre la candidata del Partido Demócrata, Kamala Harris, quien obtuvo 70,4 millones de votos y 226 votos electorales.

A fin de aproximar unas valoraciones preliminares sobre las implicaciones de los resultados de esa contienda para América Latina y el Caribe (ALC) es preciso tener en cuenta que más allá de las visiones que tuvieron los candidatos frente a problemáticas específicas, a los dos les era común el propósito de recuperar la posición hegemónica de la principal potencia imperial que se ha visto debilitada particularmente durante las últimas décadas. Por una parte, por efecto de las reconfiguraciones geopolíticas del orden mundial, las cuales han exhibido una tendencia fluctuante pero sostenida hacia el fortalecimiento de una estructura de carácter multipolar; y, por la otra, producto de los cambios políticos en la Región que, sin lograr definir una trayectoria definitiva por evidenciar una intensa y continua disputa al interior de los países, denotan en todo caso desmarques ‒así sean parciales‒ con relación al dominio hegemónico y homogeneizado que se observaba tres décadas atrás en medio del predomino generalizado del neoliberalismo, con la digna y honrosa excepción de Cuba.

Sin entrar en detalles que escapan a los propósitos de este texto, es indiscutible que el orden mundial en proceso de reconfiguración difiere sustancialmente de aquel de carácter unipolar que se impuso tras el derrumbe de la Unión Soviética y, en general, del llamado socialismo realmente existente. La hegemonía política, económica, tecnológica, militar y cultural de los Estados Unidos continúa viviendo un proceso de sostenido declive, explicado en gran medida por la irrupción de nuevas potencias que vienen disputando esa posición a escala planetaria, como es el caso de China, o de versiones más bien “regionalizadas”, como, por ejemplo, Rusia, India e Irán; e, igualmente, por las luchas de los pueblos y las clases trabajadoras contra la injusticia social, la desigualdad y por la organización verdaderamente democrática de la sociedad y un mundo en paz. Esa circunstancia explica la continuidad de la agresividad (reactiva) que ha caracterizado al imperialismo de los Estados Unidos; lo fue en los tiempos de la “guerra fría” y lo continúa siendo en el presente. El signo histórico ha sido el intervencionismo para preservar, recuperar o extender, según el caso, las aspiraciones hegemónicas, conjugando las más diversas modalidades.

El triunfo de Donald Trump es el triunfo de un pensamiento de ultraderecha, de corte fascista alineado con procesos que en la actualidad tienen expresiones planetarias en proyectos políticos o en gobiernos, los cuales también comprenden algunos países de la Región de América Latina y el Caribe. Además de poner en evidencia la tendencia a la consolidación de manifestaciones propias de un nuevo momento político-cultural regresivo, que incluye el respaldo de sectores de la clase trabajadora y de la juventud sin futuro, la victoria electoral de Trump le imprime nuevos y mayores impulsos a ese pensamiento y a esos proyectos políticos y gobiernos. Las derechas, y sobre todo la ultraderecha de la Región, tienen motivos para celebrar, pues sus proyectos tienen hoy un mayor e indiscutible soporte y han visto reforzada su dimensión global y transnacional.

https://www.huffingtonpost.es/global/elecciones-estados-unidos-2024-resultados-donald-trump-kamala-harris-ganador-directo.html

Por otra parte, en lo que concierne a ALC, la respuesta de los Estados Unidos no se hizo esperar frente a los cambios políticos que iniciaron al finalizar el siglo veinte con el triunfo del proyecto político de Hugo Chávez en Venezuela y la seguidilla de gobiernos definidos en su momento unos como nacional-populares y otros como progresistas, caracterizados además por un espectro de posturas entre el antiimperialismo, la reivindicación de la soberanía nacional y el principio de la autodeterminación. Se desató una estrategia (no concluida) de continua y sistemática desestabilización de gobiernos, en la que no se ha escatimado recurso alguno, desde modalidades de intervención directa o velada, pasando por el apoyo a operaciones mercenarias, incluyendo golpes cívico-militares y “golpes blandos”, promoviendo el fortalecimiento de las oposiciones de derecha y desarrollando formas de la “guerra económica” y de la guerra cultural y comunicacional. Desde luego, con el concurso de las clases dominantes de la Región, los poderes económicos corporativos y sus organizaciones gremiales y políticas. 

Tal estrategia, aunque no ha logrado liquidar las trayectorias progresistas e imponerse a plenitud en la Región, sí ha desempeñado funciones de contención o de ablandamiento de los proyectos progresistas, sin alcanzar en todo caso la pretensión de sujeción plena a las políticas imperiales. Hoy se continúa asistiendo a una intensa disputa por el destino de la Región. Con Cuba, los Estados Unidos se han ensañado de manera particular, por todo lo que ha significado su experiencia de resistencia, llevando a los extremos el infame bloqueo, con la aspiración de generar un creciente descontento en la población, que se constituya caldo de cultivo para socavar los fundamentos de la formación socioeconómica y política de ese país. Además de las razones históricas, en este caso, se ha buscado de manera incesante el logro de una victoria política y cultural, que sirva de lección disciplinadora contra todos aquellos que persisten en las luchas por la dignidad y la soberanía y aspiran a la construcción de un nuevo orden social.

El intervencionismo que ha caracterizado la política de los Estados Unidos en ALC además de poseer las dimensiones propias de la intención de preservación del sistema de dominación y explotación que ha imperado, tiene el propósito ‒según lo expresado por la Comandante del Comando sur, Laura Richardson‒ de garantizar el acceso a recursos estratégicos, dentro de los cuales se encuentran los energéticos (petróleo, principalmente), minerales, como el litio y el coltán, y las llamadas tierras raras, de importancia para el nuevo patrón tecnológico; de enfrentar el “eje del mal”, al que pertenecerían Cuba, Venezuela y Nicaragua; de instalar en toda la Región gobiernos alineados con sus intereses, y de consolidar una retaguardia política y cultural en ALC en defensa del capitalismo, la libertad y orden democrático. Ese propósito, se ha venido implementando a través de una estrategia de larga duración, que bien ha sido caracterizada como de dominación “espectro completo”.

Tal estrategia ha sido una estrategia de Estado, agenciada por los dos partidos del establecimiento, el Demócrata y el Republicano, y por los llamados poderes fácticos, entre ellos, el llamado complejo militar-industrial que se encuentra hoy perfectamente articulado con los poderes corporativos, especialmente aquellos con creciente peso en las nuevas tecnologías, incluidas las de la información y las comunicaciones.

Por esa razón, de los conocidos resultados de la elección presidencial no deben esperarse cambios sustantivos o esenciales en los propósitos de lo que ha sido hasta ahora la política de Estados Unidos frente a ALC. Desde luego, sin desconocer que el presidente electo es portador de una ideología y un programa agresivo, inspirado en el supremacismo blanco, el racismo, la misoginia y la segregación social, difundido en una campaña electoral en la que ALC no suscitó una atención significativa. 

https://bogotasocial.org/2019/02/06/la-patetica-decadencia-del-imperio-estadounidense-y-el-intento-de-derrocar-el-gobierno-de-venezuela/

En ese sentido, cambios sustantivos o esenciales en los propósitos de la imperante política exterior de los Estados Unidos frente a ALC, más que provenir por efecto del cambio de gobierno, pueden resultar más bien tanto de las tendencias que continúe exhibiendo la reconfiguración del orden mundial, como de la trayectoria política que se muestre en la Región, que ‒como ya se dijo‒ está marcada por una intensa disputa política. En cualquier circunstancia, se trata de una relación dialéctica, atravesada por el conflicto y la contradicción. 

La experiencia de las últimas décadas ha mostrado que frente al propósito mayor de mantener a ALC bajo su esfera de influencia, los Estados Unidos por momentos han aflojado pragmáticamente, al tiempo que han endurecido sus posturas y continuado con su política de desestabilizar gobiernos que no son afines a sus pretensiones. Este planteamiento no desconoce desde luego las mayores amenazas que se ciernen sobre la Región con el gobierno de Trump, si nos atenemos a la retórica electoral y también a la experiencia de su primer cuatrienio presidencial, en el que hubo la disposición y acciones claramente intervencionistas. A lo cual se adiciona que, a diferencia del pasado más reciente, además de haber gobiernos de ultraderecha perfectamente alineados con los propósitos imperiales, los proyectos políticos inspirados en esa ideología han ganado mayor audiencia en la Región en medio y como producto de las persistentes expresiones capitalistas de la crisis. 

La principal reserva de la dignidad, la soberanía y la autodeterminación continúa estando en Cuba. Venezuela, México, Bolivia, Brasil y Colombia, entre otros, con acentos muy desiguales y diferenciados, dada la naturaleza y las limitaciones de sus gobiernos, representan un importante contrapeso, marcado por sus respectivos intereses. No hay aún suficientes elementos de juicio para definir los alcances de la política de Trump frente a gobiernos en particular. No obstante, si nos orientamos por su visión política, es de esperar que arrecie aún más la política contra Cuba y el Gobierno de Maduro, buscando su asfixia y derrocamiento, y que se apoyen e impulsen los proyectos de derecha y ultraderecha en aquellos países en los que celebren elecciones presidenciales en los años subsiguientes (Bolivia y Chile en 2025, Colombia y Brasil en 2026, entre otros). 

Del nuevo gobierno en los Estados Unidos se puede esperar con certeza que habrá continuidad en los lineamientos generales de la política frente a América Latina y el Caribe. Hace rato comprendimos que un cambio de gobierno por sí solo no conlleva un cambio en la relación de poder. Aunque claro, un nuevo gobierno puede introducir nuevas agendas, énfasis y matices. El matiz de Trump será de mayor agresividad e injerencismo, en un escenario en el que no se debe descartar el intervencionismo directo a través operadores del mercenarismo privado, y en el que se está frente a un presidente que desconoce con desparpajo las normas del derecho internacional. El patio trasero pretenderá ser tratado como neocolonia.

https://www.laizquierdadiario.com/Rechazamos-las-nuevas-sanciones-imperialistas-de-Trump

Las mayores posibilidades y expectativas para la Región parecen encontrarse en las luchas de los pueblos que con reiteración se resisten a una vida bajo las fauces imperiales. Por lo pronto, debe reconocerse un debilitamiento de las acciones estatales mancomunadas (progresistas) a través de instituciones nuestroamericanas, tal y como alcanzaron a observarse en la primera década de este siglo. Ellas se han apreciado en la actualidad de manera parcial, apenas en circunstancias muy específicas y frente a temas muy puntuales. No se advierten en el presente condiciones políticas en la Región para un consenso en torno a la soberanía y la autodeterminación y una postura común de interpelación de la hegemonía estadounidense.

De cara a visiones matizadas que tenía la candidata Kamala Harris sobre asuntos específicos, como las medidas y acciones para mitigar los impactos del cambio climático, enfrentar el crimen transnacional, incluido el negocio transnacional del narcotráfico, y tratar la problemática de la creciente migración de población latina a ese país, entre otros, es claro que del nuevo presidente de los Estados Unidos se deben esperar políticas más agresivas y explícitamente injerencistas y represivas, con tinte neocolonial, dada su comprensión de los asuntos señalados, vinculándolas con los discursos sobre la “seguridad hemisférica” y siempre atadas a los intereses estratégicos ya señalados. En materia comercial no deben descartarse medidas de proteccionismo selectivo y focalizado, contrarias al “libre comercio”; en todo caso, sin mayor trascendencia para los Estados Unidos, dado el peso menor que tiene la Región en el comercio de este país, con la excepción de México. Tales medidas, de presentarse, hacen parte de la promesa de recuperar el lugar de los Estados Unidos en la economía mundial y la necesidad de recuperar el liderazgo extraviado.

Del nuevo gobierno en los Estados Unidos, tras la elección presidencial del 5 de noviembre, lo que con certeza se puede esperar es que habrá continuidad en los lineamientos generales de la política frente a ALC. Hace rato comprendimos que un cambio de gobierno por sí solo no conlleva un cambio en la relación de poder. Aunque claro, un nuevo gobierno puede introducir nuevas agendas, énfasis y matices, como se ha señalado en este texto. El matiz de Trump será de mayor agresividad e injerencismo, en un escenario en el que no se debe descartar el intervencionismo directo a través operadores del mercenarismo privado, y en el que se está frente a un presidente que desconoce con desparpajo las normas del derecho internacional. El patio trasero pretenderá ser tratado como neocolonia.

1   Resulta cuando menos paradójico que el triunfo de Trump se explique también por el incremento significativo del voto de la migración latina (10 % con relación a la elección anterior), a la cual se le prometió detener la migración irregular y la expulsión masiva de los indocumentados. El voto fue principalmente de los hombres, que brindaron un respaldo del 53 % del total frente a un 37 % de las mujeres.

.

   Recomendados