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Milei y la ultraderecha en la ofensiva del capital en la Argentina

Julio C. Gambina

Doctor en Ciencias Sociales de la UBA, Argentina

Profesor de Economía Política 

Integrante de la Junta Directiva de la Sociedad Latinoamericana y caribeña 

de Economía Política y Pensamiento Crítico, SEPLA

Presidente de la Fundación de Investigaciones sociales y Políticas, FISYP

 

Hace más de siete meses que asumió el gobierno de Javier Milei en la Argentina, un 10/12/2023. Un personaje de profesión “economista”, graduado de universidad privada, asesor de grandes empresas y por ellas financiado para su proyección mediática. Con esos antecedentes de polemista público “liberal” en contra del “estatismo” y la “casta política” corrupta, logró participaciones asiduas en el último lustro en los medios de comunicación, y con fuerte intervención en redes sociales, disputó consenso ideológico cultural para sus ideas “liberalizadoras”. Accedió a la Cámara de Diputados de la Nación Argentina en 2021 por el distrito Capital del país, la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, CABA. La CABA está gobernada desde 2007 por el macrismo, la derecha electoral hegemónica hasta la elección presidencial de 2023, en la que bajo el rótulo de La Libertad Avanza, LLA, Milei emerge para disputar un nuevo liderazgo, de ultraderecha, autoreivindicado como “libertario”, tributario de la “escuela austríaca” y “anarco-capitalista”. Su campaña a la presidencia se sustentó bajo las consignas de la “dolarización” de la economía, y la crítica a la “casta política”, responsable de la corrupción y, por ende, quien escamotea las soluciones demandadas por una mayoría empobrecida por las políticas hegemónicas por décadas. La propuesta monetaria estaba orientada a abatir la inflación, un problema sentido especialmente por las capas empobrecidas de la población. Junto a ello, su propuesta política se concentró en la crítica de la dirigencia política, social, sindical, cultural y la institucionalidad construida históricamente en el capitalismo local, por lo que su propuesta reivindica la Argentina de hace más de un siglo, antes del voto universal para varones que llevó a la presidencia a Hipólito Irigoyen, líder radical en 1916.

En el diagnóstico del liberal ultraderechista, la Argentina inició su decadencia con la “democracia” y el “estatismo”, a lo que él define como “populismo”. Por ello, impulsa una propuesta política que reivindica los gobiernos funcionales al bloque de clases en el poder hasta la primera década del siglo XX, un conglomerado dirigente del capitalismo local en sus inicios hacia fines del siglo XIX, que en la cúspide encontraba a la clase terrateniente y al capital externo, principalmente inglés y estadounidense. Interesa rescatar que entre 1930 y hasta 1976/83 el país sufrió golpes militares financiados por la clase dominante, con el claro objetivo de “restaurar” el poder disputado por nuevos sectores políticos, expresión de la nueva dinámica de clases del capitalismo local. El tema es trascendente, porque esa lógica de “viejo poder oligárquico imperialista” desplazada del gobierno por “nuevos proyectos políticos de una burguesía ascendente” y la acumulación del poder obrero y popular, incluso con el objetivo anticapitalista y por el socialismo (especialmente en los 60/70 del siglo pasado), es lo que motivará la intervención bajo dictaduras militares en una alternancia con gobiernos surgidos de elecciones, entre 1930 y 1983. La burguesía local en ascenso a fines del siglo XIX y comienzos del XX, tanto como la clase obrera, se presentan con la formación de partidos políticos y acciones de masas, con reivindicaciones propias para disputar un lugar en la conducción política del capitalismo local e incluso en confrontación desde el anticapitalismo y el socialismo que propiciaba la nueva situación expresada por la revolución rusa. En esa historia surge los partidos socialista y comunista, y en la disputa electoral se destacan radicales y peronistas. Radicalismo y peronismo serán hasta el advenimiento del macrismo las identidades hegemónicas de procesos electorales entre 1916 y 2015, cuando por primera vez accede a la presidencia alguien que no proviene de esas identidades políticas, aun cuando su candidatura estuvo avalada por el radicalismo como tal y por sectores del peronismo. Ambas identidades están asociadas a procesos de masas que intervienen en la lucha de clases local. Junto a esas identidades, la izquierda, desde el anarquismo, el socialismo y el comunismo, disputarán la hegemonía del movimiento popular. Todas estas identidades hacen parte de la lucha política en la historia del capitalismo local. Son representaciones que intervienen en una tradición de organización y lucha popular que involucra a las grandes huelgas y movilizaciones de organizaciones obreras en sindicatos, cooperativas, mutuales, organizaciones solidarias de socorros mutuos, bibliotecas populares e infinidades de formas organizativas populares por más de un siglo, entre fines del XIX y comienzos del XXI. Entre esas expresiones, se destacan las luchas obreras, la rebelión de los arrendatarios, la reforma universitaria, la lucha por el voto femenino y una cuantiosa legislación “democrática” por derechos consagrados constitucionalmente.

Hacemos este recuento breve de la historia social y política local para sugerir que la restauración propuesta por Milei y la ultraderecha en el gobierno pretende retroceder al pasado, eliminado conquistas “democráticas” arrancadas en un siglo de luchas a la clase dominante en el país. 

https://elnuevopais.net/2024/03/18/argentina-se-moviliza-resistencia-social-frente-al-ajuste-de-milei/

Disputa por el poder capitalista

El problema es el capitalismo local y la capacidad de una burguesía en el poder para “normalizar” el orden político y las relaciones económicas. Lo que sostenemos es que a fines del siglo XIX y comienzos del XX se constituyó un nuevo bloque de poder que incluyó a sectores de la burguesía local, disputando plusvalor y capacidad de gobierno a la dupla del poder terrateniente y del capital externo. Los ciclos de golpes de Estado entre 1930 y 1976/83 suponen intentos de restauración del poder concentrado de la oligarquía y el capital externo, incluso sectores concentrados de la burguesía local, ingresando el país en una situación de inestabilidad, que entre otras cuestiones se manifiesta en el problema inflacionario. La inflación remite a la competencia de precios, con la ley del valor marxista de sustrato, al tiempo que suben los precios quienes pueden hacerlo, más allá de cualquier dimensión económica. En principio remite a la mayor composición orgánica del capital (c/v), pero también a razones de oferta y demanda en determinados territorios con población con suficiente poder de compra, lo que involucra la competencia intercapitalista, entre grandes capitales concentrados e, incluso, entre sectores pequeños o de menor composición orgánica. 

La inflación es un fenómeno económico, monetario mercantil, asociado a la disputa política por hacer gobernable al capitalismo local. Las dictaduras intentaron disciplinar a los de abajo y a los de arriba, con escaso éxito, por lo que, a ciertos períodos de estabilización macroeconómica, sucedieron ciclos de elevación de precios, tal como ocurrió en las últimas décadas. El último programa, relativamente duradero de estabilización fue durante los 90, bajo la “convertibilidad” de un dólar igual a un peso y bajo disciplinamiento del movimiento obrero por parte del peronismo “menemista” en el poder. El programa de la última dictadura tuvo éxito en tiempos constitucionales en la década del 90, bajo gobiernos peronistas (Carlos Menem) y radicales (Fernando de la Rúa) y, recientemente, bajo Macri, quien no pudo estabilizar el consenso electoral, por lo que el gobierno de Milei representa un nuevo intento de disciplinamiento por abajo y por arriba. La hegemonía del orden capitalista supone la “normalización” de la lógica de explotación, expresada en equilibrios macroeconómicas como tendencia en la mayoría de los países, algo que no ocurre en Argentina y, por ello, vía competencia, se disputa la plusvalía bajo el mecanismo de los precios, por lo que argumentamos una disputa interburguesa para la dominación capitalista, lo que implica, a su vez, la dominación de las clases subalternas.

Por eso, el objetivo supone también, y especialmente, disciplinar al movimiento obrero, con una larga tradición de organización y lucha, primero bajo hegemonía anarquista, socialista y comunista por más de siete décadas hasta el advenimiento de la identidad peronista, mayoritaria entre trabajadores y trabajadoras desde 1945. Las anteriores tradiciones de izquierda abonan el clasismo en la Argentina, a veces en disputa entre sí, y en alianza y en disputa con sectores combativos y clasistas del peronismo. La hegemonía política en el movimiento obrero y popular resulta definitoria en la lucha de clases concreta en la historia argentina. El movimiento obrero se nutre en sus primeros años, siglo XIX y XX, de una clase obrera inmigrante influida por las identidades de sus países de origen, convergentes con el ascenso de las corrientes de izquierda y el marxismo en sus diversas variantes. 

El aliento y el desarrollo del capitalismo y la industrialización extendieron la base obrera y con ella un cambio en la historia y tradición de la clase, un fenómeno que explica el cambio desde la hegemonía de izquierda a la del peronismo, la que subsiste al cabo de ocho décadas. En ese sentido, es importante considerar los cambios operados en el capitalismo desde 1976 al presente, para así entender el primer gobierno no peronista ni radical, con Macri entre 2015 y 2019, y, más precisamente, el gobierno de ultraderecha de Milei desde diciembre de 2023. La dictadura genocida del 76 se propuso una reestructuración regresiva del capitalismo local, afectando las relaciones entre el capital y el trabajo; promoviendo una profunda reforma del Estado y, por ende, mutando las funciones estatales para favorecer los intereses del capital en tiempo de internacionalización de la producción y la transnacionalización del capital y, claro, readecuando la inserción internacional del país, más orientada a la subordinación con la hegemonía mundial, es decir, con EE. UU. y la lógica de la liberalización del capital.

Milei disputa quién dirige el rumbo del capitalismo local, que en el ámbito político supone la disputa del liderazgo de la derecha para la dirección de una estrategia de acumulación más allá del poder oligárquico imperialista asociado a la explotación de los bienes comunes. En los 90 del siglo pasado se construyó hegemonía del bloque de clases en el poder, disciplinando a los de abajo y a los de arriba en un ciclo de acumulación capitalista con inserción subordinada en la lógica mundial de la transnacionalización del capital. Esa estabilización capitalista saltó por el aire en el ciclo de luchas que desembocó en la crisis de 2001. Hoy vivimos un nuevo intento de estabilización del capitalismo local, que al mismo tiempo habilita posibilidades de emergencia de un nuevo proyecto político alternativo que dispute el orden social, incluso, contra el régimen del capital.

https://infocronos.com.ar/nota/39494/gremios-bonaerenses-arrancaron-la-resistencia-contra-milei-en-que-municipios-se-organizan/

Como resultado de los cambios reaccionarios operados en el último medio siglo (1976-2024) lo que crece, entre otras cuestiones, es la explotación de la fuerza de trabajo medida por la pérdida de la participación de los ingresos salariales en la distribución del ingreso; pero también el desarme de una legislación protectora de derechos laborales, individuales, sociales, colectivos, sindicales, lo que define la impunidad empresarial para llevar la irregularidad del empleo al 45 % de la fuerza laboral, a lo que debe sumarse la flexibilidad laboral y salarial de buena parte del empleo privado y público. En ese marco se inscribe el empobrecimiento de una parte importante de la sociedad, que de un promedio histórico de pobreza por ingresos en torno al 4 % pasó a registros que oscilan entre el 40 y el 50 %, alejando a millones de trabajadores y familias de derechos históricamente conquistados y con ello, colocándolos por fuera de la identificación con la tradición política de trabajadores y trabajadoras, sea con la izquierda en sus diferentes identidades o con el propio peronismo. 

La reforma estatal supuso el fin de derechos consagrados constitucionalmente y en la tradición popular, caso de la salud o la educación, los cuales pasaron a ser consideradas como “servicios”, o sea, mercancías que se ofrecen y demandan a cambio de dinero, excluyendo a esos millones de empobrecidos de un derecho esencial en tiempos contemporáneos. En el mismo sentido actuaron las privatizaciones de empresas públicas que prestaban servicios esenciales como los de electricidad o agua, transporte y comunicaciones, entre otras. Con las privatizaciones y extranjerizaciones, una parte importante de la sociedad quedó excluida del abastecimiento regular de servicios que satisfacían necesidades y derechos de la población. Todas esas pérdidas en materia laboral y aprovisionamiento del Estado son expresión de ajenidad para las nuevas generaciones respecto de las anteriores tradiciones e identidades políticas populares. Solo en ese marco puede entenderse la ajenidad con una propuesta tradicional presentada desde la hegemonía peronista, e incluso desde la derecha emergente con consenso electoral, que había absorbido desde el macrismo a la corriente dirigente del radicalismo. Lo mismo puede decirse de la izquierda, que no pudo capitalizar el descontento con la “política” tradicional.

En definitiva, una crisis política, lo que involucra a las deficiencias en la representatividad de la tradición partidaria en el país. Así emerge una propuesta disruptiva en tiempos de explosión comunicativa de redes sociales entre los más jóvenes, dispuestos a receptar la innovación de la extravagancia ética y estética de Javier Milei, que, en poco tiempo, en apenas un lustro, pasa de comentarista de televisión, favorecedor del rating y el negocio mediático a referente de la política y a la presidencia de la Nación Argentina.

https://www.france24.com/es/am%C3%A9rica-latina/20240307-argentina-crece-la-resistencia-y-las-cr%C3%ADticas-al-plan-de-ajuste-de-milei

Milei en el gobierno 1

Los resultados de la gestión Milei están a la vista en los propios datos oficiales. Se puede consultar el sitio del Instituto de Estadísticas y Censos (INDEC) –https://www.indec.gob.ar/–para verificar el deterioro de las condiciones de vida de una mayoría empobrecida, con baja de los ingresos populares –sean salarios, jubilaciones o planes sociales– y disminución del consumo y de la actividad económica, para caracterizar el momento actual de estancamiento productivo con elevada inflación. Crecen la pobreza y la indigencia, el desempleo y la precariedad laboral, al tiempo que se agrava la inequidad en la distribución del ingreso en un marco recesivo de la actividad económica, aumentando la demanda del capital concentrado, que ante el achicamiento de la producción profundiza la lógica de la explotación. 

Esta evidencia es consecuencia de una política de ajuste fiscal y de regresiva reestructuración de la economía, del Estado y de la sociedad. El ajuste fiscal se explicita en la disminución del gasto público de carácter social, incluida la inversión pública, y el incremento de la recaudación, agravando el carácter regresivo de la tributación en el país. Producto del “ajuste”, desde diciembre pasado, la Argentina explicita cuentas fiscales equilibradas sobre la base de la contabilidad creativa, o sea, postergando pagos y no ejecutando un presupuesto que para 2024 replicó los mismos valores que los de 2023, aun con una inflación anualizada cercana al 300 %. Los principales rubros para ese “equilibrio” provienen de la baja de las jubilaciones, los salarios estatales, la merma de asistencia a las provincias vía transferencias y, muy especialmente, de la práctica anulación de la inversión pública.

La reestructuración regresiva se sustenta en medidas institucionales con pretensión de legalizar reformas laborales, previsionales, tributarias, junto a la desregulación de la economía, las privatizaciones de empresas públicas y el desmantelamiento de las funciones estatales asociadas a derechos individuales y sociales producto de históricas luchas del pueblo argentino, profundizando una línea de acción sustentada en las reformas reaccionarios de los 90. Entre esos mecanismos institucionales está el Decreto de Necesidad y Urgencia, DNU 70/23 2, dispuesto ni bien asumió la presidencia, intentando resolver de manera inmediata el rumbo promercado y en contra de toda regulación estatal a favor de la mayoría social explotada y empobrecida. 

Ese DNU recibió múltiples impugnaciones en movilizaciones callejeras y por parte de la justicia, restringiendo su efectividad, pero afirmando un rumbo que se afianzó con la aprobación de la “Ley de bases y puntos de partida para la libertad de los argentinos”3, una megalegislación que otorga facultades especiales para el gobierno de Milei, junto a la habilitación de una profunda y reaccionaria reforma del Estado y la promulgación de un régimen de Incentivos a Grandes Inversiones (R.I.G.I.), que supone facilidades extraordinarios para inversores de más de 200 millones de dólares. Junto a la ley de “bases” se aprobó un paquete fiscal4 que incluye la restitución del impuesto a las “ganancias” a trabajadores, toda una contradicción en sí mismo, al tiempo que libera a los empresarios de multas o sanciones por evasión de aportes previsionales o regularización de trabajadores, consolidando la impunidad patronal. El paquete fiscal incluye una nueva ronda de blanqueo de capitales, sin necesidad de explicitar el origen de esos fondos.

https://www.france24.com/es/am%C3%A9rica-latina/20240307-argentina-crece-la-resistencia-y-las-cr%C3%ADticas-al-plan-de-ajuste-de-milei

Todas son medidas antipopulares, proempresas y de libre mercado sustentadas desde una lógica monetarista, liberalizadora y en un discurso crítico a la intervención estatal. Sin embargo, pese a la promulgación liberal a ultranza, el gobierno “interviene fuertemente, ya que al tiempo que designa un “ministro de Desregulación y Transformación del Estado”, se comunica como segunda fase de su política económica, luego de un semestre de gestión, que el Estado “intervendrá” en el mercado cambiario para frenar las presiones para una devaluación de la moneda. 

Se trata de una contradicción en la narrativa libertaria, pero es consecuente con el objetivo central del gobierno de generar condiciones de éxito para los grandes inversores en el capitalismo local. Es lo que está en la letra del R.I.G.I. y que preside el accionar gubernamental para lograr un sitial relevante de la Argentina en el sistema capitalista mundial contemporáneo.

La fuerte “intervención estatal” en el mercado cambiario es la respuesta a la suba de los tipos de cambio financieros de junio y julio, resultado de operaciones especulativos del poder económico concentrado para hacerse de divisas y acumular recursos asociados a la fuga de capitales. Esas tenencias de divisas en cajas de seguridad, junto a las inversiones en el exterior, inmobiliarias, de depósitos o títulos, como formas de inversión en activos externos, constituyen formas esenciales y difundidas de aplicación de recursos provenientes de la apropiación de plusvalía en el capitalismo local. Se afirma así el rumbo específico de la acumulación de capitales del sector hegemónico en el capitalismo local. 

Los grandes productores y exportadores presionan por un mejor tipo de cambio para sus ventas, mientras acumulan en silos bolsa la producción, esperando más ingresos por esas ventas externas. Se estima que acumulan unos 16.000 millones de dólares, una cifra equivalente a lo que pretende el gobierno como nuevos préstamos del FMI o del sistema financiero mundial y así terminar con las restricciones a la compraventa de divisas, el llamado CEPO. Si los exportadores vendieran y liquidaran sus tenencias en silos, el BCRA podría cumplir la meta establecida con el FMI de incrementar las reservas internacionales. Ahí hay una pulseada, entre grandes productores y exportadores versus el gobierno. Es una pulseada sobre quién manda. 

El poder económico coincide ideológicamente con Milei y su prédica libertaria, pero no está dispuesto a ceder un mínimo de sus ganancias potenciales. Milei tiene un proyecto político para la Argentina, asociado a una mayor transnacionalización sobre la base de insertar al país en la lógica global de acumulación, no solo en lo relativo a la explotación de los bienes comunes, sino de generar un espacio local favorable en la dinámica de la digitalización económica. Sus expectativas se inscriben en la innovación tecnológica de los grandes actores económicos en la vanguardia, en el camino de la inteligencia artificial.

Milei rechaza la devaluación en esta coyuntura porque su objetivo se mantiene en disminuir la inflación, elemento sustancial de la política para mantener consenso social alrededor de su proyecto. Teme el traslado a precios de una devaluación y privilegia el consenso logrado para avanzar, si ello fuera posible, con el proyecto de la dolarización. No solo no cierra el BCRA como anunciara en campaña electoral –e incluso en cada ocasión que baja líneas discursivas libertarias–, sino que lo hace intervenir para contrarrestar la presión por la devaluación demandada por el poder.

Milei tiene un proyecto político para la Argentina, asociado a una mayor transnacionalización sobre la base de insertar al país en la lógica global de acumulación, no solo en lo relativo a la explotación de los bienes comunes, sino de generar un espacio local favorable en la dinámica de la digitalización económica. Sus expectativas se inscriben en la innovación tecnológica de los grandes actores económicos en la vanguardia, en el camino de la inteligencia artificial.

Para más detalles puede leerse en mi blog https://juliogambina.blogspot.com/ una sucesión de notas que suponen una crónica de las medidas de ajuste y reestructuración regresiva del capitalismo local, tanto como de las acciones de resistencia popular.

2  “Bases para la reconstrucción de la economía argentina”, en: https://servicios.infoleg.gob.ar/infolegInternet/anexos/395000-399999/395521/norma.htm 

3  “Ley de bases y puntos de partida para la libertad de los argentinos”, en: https://www.boletinoficial.gob.ar/detalleAviso/primera/310189/20240708
 
4  “Medidas fiscales paliativas y relevantes”, en: https://www.boletinoficial.gob.ar/detalleAviso/primera/310191/20240708 

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