Carolina Jiménez Martín
Profesora del Departamento de Ciencia Política
Universidad Nacional de Colombia
carolinajimenezm@gmail.com
- La guerra entre Ucrania y Rusia, la cual explicaría el aumento del costo de los fertilizantes, de los alimentos y de los combustibles; así como los impactos en la economía global derivados de las sanciones a Rusia y China.
- El impacto aún no superado de la pandemia del covid-19 en términos de crecimiento económico y deuda, así como en el desmantelamiento de los avances en la lucha contra la pobreza.
- La crisis en la cadena de suministro global derivada, entre otras cosas, de escasez de contenedores marítimos, número bajo de semiconductores para atender elevada demanda y el encarecimiento de las materias primas.
- El incremento de la deuda externa de las economías en desarrollo derivado, entre otras cosas, de la debilidad científico-técnica y la incapacidad de los Estados para incorporarse competitivamente en la economía mundial del conocimiento.
En ese sentido, las explicaciones de la profundización de la gran recesión mundial que se avecina obedecen a distorsiones en el funcionamiento sistémico, más que a la naturaleza misma del orden social capitalista. De ahí que el fin de la guerra, un mejoramiento logístico y tecnológico para la cadena de suministro y la continuidad de planes de recuperación postpandemia, incluida la revisión de las decisiones de la FED frente al alza de las tasas de interés, podrían contribuir a revertir este problema.
Se trata entonces de impulsar una serie de reformas profundas dentro del capitalismo global, que pasan necesariamente por resituar al Estado y la alianza público-privada como ejes ordenadores del proceso y, de esta manera, generar condiciones de rescate y reactivación económica y de recomposición de la crisis hegemónica en curso. En síntesis, una serie de asuntos estratégicos para resituar al capitalismo como el único horizonte posible de organización de la vida social.
No obstante, la magnitud de la crisis que se padece y la profundización que se advierte para el segundo semestre de 2022, con expresiones humanitarias dolorosas como las hambrunas, las restricciones al abastecimiento energético y problemas de movilidad, entre otros asuntos, requiere insistir en un horizonte antisistémico que nos permita caminar en la construcción de un orden social que realmente genere las condiciones para garantizar la vida digna para todas y todos.
Advertir esta serie de asuntos resulta de suma importancia en el momento político que se vive en Nuestra América. Esto en razón de las posibilidades sociales y políticas que se deberían abrir con los triunfos electorales en Perú, Chile, Colombia, y eventualmente en Brasil, así como con el afianzamiento de las experiencias de México y Bolivia.
Atravesamos momentos convulsos como humanidad. La gran recesión a la que asiste la economía mundial desde 2008, y que se complejiza con la pandemia, parece no encontrar puntos de fuga para su recuperación. Diversos análisis han advertido sobre la emergencia en el segundo semestre de 2022 de un período de estanflación que aumentaría de modo brutal el costo de vida y limitaría los márgenes fiscales de los Estados para atender las necesidades sociales más apremiantes de miles de millones de hombres y mujeres en condición de pobreza.
(…) las debilidades de los progresismos, especialmente aquellas que surgen cuando se producen distancias entre las elites de los gobiernos y las organizaciones sociales populares que los sustentan, o también cuando se agotan o se cumplen las reformas de primera generación de los gobiernos progresistas (…) porque hoy esas reformas son ya insuficientes ante la crisis ambiental, la crisis médica que estamos viviendo y la crisis económica que desató todo ello. (…) Estamos por ello ante un hecho paradojal que caracteriza al mundo: ni el neoliberalismo propone un plan a largo plazo que no sea simplemente un regreso violento y melancólico a las huellas del pasado, ni el progresismo presenta un horizonte con la capacidad de remontar las dificultades que han emergido de la pandemia y la crisis económica y ambiental (…) La otra fuerza en pugna, que aún tímidamente batalla por la organización de ese horizonte de previsibilidad de futuro, es la izquierda, el progresismo, lo nacional-popular. Y es aquí donde tenemos una obligación o responsabilidad histórica: recuperar para nuestro lado las banderas de la esperanza, porque la política es, en esencia, la conducción de las esperanzas colectivas y el Estado, como síntesis jerarquizada de la sociedad, es el monopolio de estas esperanzas4.
Estos asuntos requieren un amplio debate social, popular y comunitario en la región. Es claro que, pese a los avances de los primeros progresismos en el mejoramiento de las condiciones de vida de los sectores plebeyos, sus limites son notables en el quiebre de las condiciones de concentración de la riqueza y de democratización efectiva del Estado. En este escenario llama especialmente la atención la advertencia del exvicepresidente boliviano sobre un Estado distanciado o, en el peor de los casos, cooptando las organizaciones sociales populares que lo sustentan.
El proceso político colombiano que emerge con el triunfo de Gustavo Petro y Francia Márquez se sitúa en este momento de convulsión y reclama recuperar los aprendizajes que se desprenden de las experiencias progresistas de la primera y segunda ola.
Si bien, y siguiendo a Jairo Estrada, es posible afirmar que la importancia del triunfo electoral “es indiscutible si se considera que se quiebra el dominio secular impuesto por los partidos políticos de las clases dominantes en el imperante régimen de democracia de excepción”5, también, es necesario señalar que la búsqueda de la denominada “gobernabilidad” que cobija la idea del Gran Pacto Nacional y la necesidad destacada por Petro de “desarrollar el capitalismo democrático, productivo y no especulador” advierten sobre eventuales frenos y alcances del proceso.
Los desafíos sociales del gobierno de Petro-Márquez son enormes: i. Lograr la paz total cumpliendo la implementación del AFP, abriendo la negociación con el ELN y desmantelando organizaciones criminales; ii. Dar respuesta a la deuda histórica social con poblaciones rurales, víctimas y, en general, sectores sociales vulnerables; iii. Materialización en condiciones de universalización de los derechos sociales a salud, educación, vivienda, y trabajo; iii. Resolución de las injusticias territoriales y las geografías del despojo y la desigualdad; iv. Democratización del Estado, apertura a la participación social y comunitaria y desmonte de la doctrina contrainsurgente; v. Transformación del modelo económico y promoción de las economías populares; vi. Revisión y flexibilización del pago de la deuda externa y apertura de un proceso de auditoría autónomo; vi. Fortalecimiento de la participación nacional en los procesos de integración latinoamericanos, como la CELAC; entre otros asuntos.
Resulta fundamental la existencia de un movimiento social robusto y fortalecido que mantenga su autonomía, que esté atento y reclamando el cumplimiento de los principios programáticos bajo los cuales fueron electos Petro y Francia y que siga caminando en la construcción y fortalecimiento del poder desde abajo. De no poder caminar en esa dirección se constituiría en una gran pérdida del acumulado de luchas y energías rebeldes que se han desplegado con fuerza en el último lustro.
Las ilusiones y aspiraciones populares sobre esta agenda social y política son enormes y el riesgo de una frustración puede golpear de modo importante las configuraciones disruptivas en curso.
De ahí que resulte fundamental la existencia de un movimiento social robusto y fortalecido que mantenga su autonomía, que esté atento y reclamando el cumplimiento de los principios programáticos bajo los cuales fueron electos Petro y Francia y que siga caminando en la construcción y fortalecimiento del poder desde abajo. De no poder caminar en esa dirección se constituiría en una gran pérdida del acumulado de luchas y energías rebeldes que se han desplegado con fuerza en el último lustro.
1 “Esta caída del capitalismo ha sido llamada la Gran Recesión por su gran magnitud. Ha sido la más larga y profunda, en duración y profundidad de la contracción de la producción, que ha experimentado la economía global capitalista (representado por los 30 países capitalistas avanzados de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo – OCDE) desde la gran depresión de 1929-32. Michel Roberts (2017). La larga depresión. Cómo ocurrió, por qué ocurrió y que ocurrirá a continuación. Ediciones El Viejo Topo, España, pp. 88.
2 Think Tank que articuló líderes económicos y financieros, fundado en 1978 por iniciativa de la Fundación Rockefeller. Entre sus integrantes se destacan: Paul Krugman, Jean Claude Trichet, Ernesto Zedillo, Mario Draghi, Domingo Cavallo.
3 Tharman Shanmugaratnam (2022). “Capear una larga tormenta perfecta”. En: https://www.imf.org/es/Publications/fandd/issues/2022/06/confronting-a-perfect-long-storm-tharman-shanmugaratnam
4 Álvaro García Linera (2021), La política como disputa de las esperanzas. CLACSO- Biblioteca masa crítica.
5 Jairo Estrada (2022). “Sobre el nuevo gobierno progresista en Colombia”. En: Boletín Nuestra América XXI. Desafíos y alternativos. GT Crisis y economía mundial CLACSO. No. 69.
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