Generic selectors
Exact matches only
Search in title
Search in content
Post Type Selectors

Neofascismos mass-mediatizados y lumpen-capitalismo latinoamericano.
Apuntes para debatir

Rodolfo Gómez

Docente e investigador de la Universidad de Buenos Aires (UBA)

Miembro de los Grupos de Trabajo CLACSO “El Estado como contradicción” 

y “Comunicación, culturas y política”

Integrante de la Dirección de Investigación de CLACSO

 

Introducción

Este artículo reconoce deudas con André Gunder Frank (1973) 1, quien supo tomar la noción marxiana de “lumpen” para caracterizar a la burguesía latinoamericana y asociarla con un tipo de desarrollo que denominó “lumpen-desarrollo”. En el caso de este trabajo, extenderemos la noción marxiana de “lumpen” al conjunto del funcionamiento capitalista actual, lo que no supone un cambio en el modo de comprender el capitalismo descrito por Marx. Al contrario, consideramos que el capitalismo sigue siendo una “totalidad” que se expresa en la contradicción entre capital y trabajo en diferentes momentos históricos. El capitalismo puede así mutar en sus “formas”, pero no en su sustancia explotadora del capital sobre el trabajo.

La hipótesis que nos guía es que el actual “lumpen”-capitalismo resulta de la crisis de su “forma” neoliberal previa, y que es esta nueva forma la que promueve la emergencia de movimientos políticos neofascistas en América Latina (Bolsonaro en Brasil, Milei en Argentina, etc.). 

Los fascismos, las dictaduras del capitalismo y las funciones de “lo lumpen”

Partiremos del uso del prefijo “neo” para diferenciar estos “nuevos” movimientos políticos de los fascismos históricos europeos. Consideraremos para ello algunos trabajos que analizaron a estos últimos fascismos, como los de Trotsky (2019), Gramsci (2003), Horkheimer (2006) o Poulantzas (1998), para mostrar líneas de continuidad en el plano ideológico o de las prácticas políticas. A partir de aquí, y siguiendo lo antedicho, podemos definir a los fascismos europeos del siglo XX como una “forma” excepcional, según Poulantzas, de régimen político y de Estado capitalista. 6

Trotsky define al fascismo como una “forma” política capitalista, determinada históricamente por la lucha de clases, cuya función principal es el disciplinamiento de las masas. Una definición a la que Gramsci le sumará el componente hegemónico, además del represivo. En un sentido similar es que en 1940 Horkheimer definirá al “Estado autoritario” como una “forma” política de dominación donde se articulan lo económico y lo ideológico, y donde las industrias culturales y los medios masivos resultan relevantes. 

Agotadas las posibilidades políticas democráticas “reformistas” de conciliación de clases y luego de una serie de derrotas de las clases trabajadoras y populares tanto en Alemania como en Italia, el fascismo resultó ser la “forma” política que permitió el control de esas masas trabajadoras y populares –más homogéneas– en el marco de un cambio en el modo de acumulación. “Forma” política, y también cultural, donde “lo lumpen”, articulado con las ideologías de los sectores medios, como en el caso del bonapartismo, cumplió una función de capital importancia. 

Pero si en Europa el fascismo resultó ser la “forma” política que asumió el capitalismo en ese momento histórico de la lucha de clases, en América Latina esa “forma” dictatorial fue diferente, porque aquí las clases dominantes promovieron más represión que hegemonía, dado que en las sociedades capitalistas latinoamericanas del siglo XX las clases trabajadoras y populares mostraban una “heterogeneidad estructural” (Lechner, 1977). Este carácter no hegemónico de las clases capitalistas dominantes en América Latina, de “no clase” dependiente, que generó la presencia de “formas” políticas inestables, tanto en el caso de las dictaduras como en el de las democracias formales, es lo que hizo que Gunder Frank (1973) hablara de una “lumpenburguesía”, así como de un “lumpendesarrollo”. 

Si las dictaduras cívico-militares –como los fascismos– fueron las “formas” políticas que surgieron en América Latina como modo de controlar y encauzar a las masas al interior de la institucionalidad capitalista, estos procesos hoy día se pueden llevar a cabo a través de la “forma” política de la democracia capitalista. Aunque bajo unas formas “lumpen”, poco preocupadas por la justificación racional, junto con una contrapartida represiva, que rememora las prácticas persecutorias de aquellas dictaduras.

Sin embargo, por la propia resistencia ejercida por las clases trabajadoras y populares durante el período es que para ese entonces debemos hablar de una “forma” de capitalismo latinoamericano subdesarrollado, periférico o “populista” 2. “Forma” de capitalismo que será la que buscarán desterrar de la región las últimas dictaduras cívico-militares (capitalistas) de mediados de los años setenta.

https://thetricontinental.org/es/dossier-neofascismo-latinoamerica/

Lo “lumpen” y “mid cult” como “formas” del capitalismo mass-mediatizado latinoamericano actual

La descripción mencionada de Frank, asimilable al capitalismo latinoamericano de las décadas del sesenta y setenta, va a modificarse a partir de la irrupción de las últimas dictaduras cívico-militares de mediados de la década del setenta. Encargadas de la transformación de la “forma” subdesarrollada o populista del capitalismo a su “forma” neoliberal-conservadora. 

Para ello no solo fue necesaria una política represiva sino además una política económica reestructuradora de las relaciones de fuerza sociales, políticas y culturales. En Argentina, Adrián Piva (2020) dio cuenta de este proceso de transformación capitalista, observando una disminución de la clase obrera industrial y una ruptura de su identidad de clase, una reducción y concentración de las clases dominantes, un crecimiento de los sectores medios (mid cult) y una fuerte suba de la desocupación.

Este proceso que Piva describe, también tuvo lugar en el Chile de Pinochet y en el resto de los países donde se instauraron dictaduras militares de similares características (Uruguay, Brasil, Bolivia, Centroamérica). Y dio lugar a la emergencia de “formas Estado” burocráticas autoritarias (O’Donnell, 2023), haciéndose presente, además, un fuerte componente informacional y comunicacional (Risler, 2018).

Modificadas las relaciones de fuerza por parte de las últimas dictaduras, se volvió posible en los regímenes políticos democrático-formales posdictatoriales la incidencia de los medios masivos –“mid cult”– sobre aquellos sectores sociales que, como el lumpen (Marx, 1975)3, los cuentapropistas y las clases medias, se encontraban “disponibles” ideológicamente. 

La discursividad mass-mediática sustentada en la “objetividad” y el “equilibrio”, en el marco de regímenes políticos democrático-formales, impuso un punto de vista donde se igualaban las diferencias de clase a partir de la figura del “ciudadano” y supuso que todo enfrentamiento se daba –abstractamente– en igualdad de condiciones4, favoreciendo el triunfo posterior de las clases capitalistas que tuvo lugar en los gobiernos del “consenso de Washington” (Fujimori en Perú, Menem en Argentina, Lacalle en Uruguay, Collor de Melo en Brasil, Mahuad en Ecuador, Sánchez de Lozada en Bolivia, etc.).

Bajo estas nuevas condiciones del capitalismo la década del noventa fue la década de la hegemonía neoliberal-conservadora (Bonnet, 2008). La novedad resultó ser esta hegemonía capitalista en un marco democrático sin recurrir al dominio militar. Pero esto fue posible no porque el propio desarrollo de una nueva “forma” capitalista hubiera modificado las características “lumpen” que Gunder Frank describió en las clases dominantes, sino porque esta característica “lumpen” y “mid cult” se extendió, además, hacia los sectores medios, los cuentapropistas, los desocupados, que de este modo quedaban disponibles para el “formateo” discursivo de los medios masivos de comunicación y la industria cultural. 

Sin embargo, esta “forma” hegemónica comenzó a ser cuestionada a la luz de sus desastrosos resultados económicos y sociales, y llevó a la rearticulación de las distintas clases trabajadoras y de los movimientos sociales afectados por las políticas económicas neoliberales. 

Este cuestionamiento implicó un cambio en el rol de los medios masivos de comunicación y la industria cultural, luego del apoyo inicial brindado a los gobiernos neoliberal-conservadores. Dado que a medida que fueron apareciendo disfuncionalidades (como la delincuencia derivadas del crecimiento de la desocupación y de la subocupación) los medios masivos comenzaron a vehiculizar las protestas y los cuestionamientos.

Cobró forma aquello que Thwaites Rey (2016) denominó “ciclo de impugnación al neoliberalismo en América Latina” (CINAL), que se manifestó con la emergencia del zapatismo en 1994, con el derrocamiento de varios presidentes por parte de los movimientos sociales e indígenas ecuatorianos en 1997, con la revuelta que forzó la renuncia De la Rúa en diciembre de 2001 en Argentina y con el derrocamiento de Sánchez de Lozada en 2003 en Bolivia, entre otros hechos notables. 

Nos encontramos hoy en un momento latinoamericano en disputa, en el que la crisis de la “forma” neoliberal conservadora capitalista no llevó a la consolidación posterior de una nueva “forma” posneoliberal, pero que tampoco puede implicar un regreso a “formas” neoliberales previas. Esta actualidad es la que explica por qué hoy las clases lumpen-capitalistas dominantes se encuentran desarrollando un esquema de ensayo-error en la búsqueda de recomponer una hegemonía en crisis. 

https://www.periodismoucn.cl/2019/11/29/medios-de-comunicacion-tradicionales-actores-politicos-en-la-primera-linea/

Sin embargo, la crítica a la “forma” neoliberal del capitalismo, por parte de estos movimientos, no implicó necesariamente una crítica al capitalismo. De modo que los posteriores gobiernos sucesores de los neoliberales buscaron llevar adelante políticas “posneoliberales”, no anticapitalistas, aunque sin lograr establecer una hegemonía perdurable, promoviendo su cuestionamiento. Cuestionamiento que recibió un eco importante en los medios masivos de comunicación que, a partir de aquí, comenzaron a desarrollar una función que denominamos “destituyente” (Gómez, 2018), por la participación en los llamados “golpes blandos” (Honduras en 2009, Paraguay en 2012, Brasil en 2016). Aquí es cuando los medios masivos abandonaron su anterior función equilibradora para pasar a jugar un rol de oposición franca a todo gobierno que buscara limitar, aunque fuese tibiamente, la ganancia y rentabilidad capitalista. Bastaba ahora, para el gran capital, recurrir a la incidencia de estos medios en conjunción con la acción del poder judicial para ello. 

Esto muestra que, si las dictaduras cívico-militares –como los fascismos– fueron las “formas” políticas que surgieron en América Latina como modo de controlar y encauzar a las masas al interior de la institucionalidad capitalista, estos procesos hoy día se pueden llevar a cabo a través de la “forma” política de la democracia capitalista. Aunque bajo unas formas “lumpen”, poco preocupadas por la justificación racional, junto con una contrapartida represiva, que rememora las prácticas persecutorias de aquellas dictaduras.

Para William Davies (2016) se trata de un “neoliberalismo punitivo” y al mismo tiempo “pos-hegemónico”, promovido por un “capitalismo de plataformas”6 que postula la emergencia de discursos binarios y sin argumentos. 

Neofascismos mediatizados y “mid cult” en el marco del lumpen capitalismo

Nos encontramos hoy en un momento latinoamericano en disputa, en el que la crisis de la “forma” neoliberal conservadora capitalista no llevó a la consolidación posterior de una nueva “forma” posneoliberal, pero que tampoco puede implicar un regreso a “formas” neoliberales previas. Esta actualidad es la que explica por qué hoy las clases lumpen-capitalistas dominantes se encuentran desarrollando un esquema de ensayo-error (Bonnet y Álvarez Huwiler, 2022) en la búsqueda de recomponer una hegemonía en crisis. 

La emergencia de las extremas derechas latinoamericanas, atravesadas por las lógicas mediáticas (Bolsonaro, Milei y Macri, crecieron al amparo de los medios masivos de comunicación “tradicionales” y redes sociales), motivo por el que las definimos como neofascismos mediatizados y “mid cult”, son la respuesta extrema que brinda el capital “lumpen” a una mayoría social que también asume características culturales “lumpen”, de disponibilidad ideológica. Ya no se trata del triunfo del discurso “posmoderno” (capitalista), como nos muestra Grüner (2022). Se trata del triunfo de un capitalismo que busca legitimarse sin legitimación, es decir, a través del discurso “lumpen” presente en los medios masivos, pero que encuentra eco en la discursividad video-política dominante y en toda la sociedad actual. 

El carácter fetichista e ideológico de este discurso “lumpen”-capitalista oculta que las clases capitalistas nunca dejan de defender sus intereses, a diferencia de las clases trabajadoras y populares que terminan apostando en contra de sí mismas. 

https://canalabierto.com.ar/2022/06/16/la-batalla-comunicacional-en-america-latina-un-seminario-de-reflexion-para-la-region/

Referencias bibliográficas

Beasley-Murray, Jon (2010), Posthegemonía: teoría política y América Latina, Paidós. 

Bonnet, Alberto y Álvarez Huwiler, Laura (Comps.) (2022), Crítica de las políticas públicas, Prometeo. 

Dávalos, Pablo (2023), Ecuador: Anomia, Estado fallido y lumpen-acumulación. Una lectura desde el marxismo, Buenos Aires, CLACSO. Disponible en https://www.clacso.org/ecuador-anomia-estado-fallido-y-lumpen-acumulacion-una-lectura-desde-el-marxismo/

Davies, William (2021), “La política del reconocimiento en la era de las redes sociales” en New Left Review N° 128.

Davies, William (2016), “El nuevo neoliberalismo”, en New Left Review N° 101. 

Gómez, Rodolfo (2018), ¿Constituyente o destituyente? El rol de los medios masivos de comunicación en las democracias latinoamericanas. En Saintout, Florencia (Introd.), Comunicación para la resistencia (pps.55-87), CLACSO. 

Gramsci, Antonio (2003), Notas sobre Maquiavelo, sobre la política y sobre el Estado moderno, Nueva Visión. 

Grüner, Eduardo (2022), Lo sólido en el aire. El eterno retorno de la crítica marxista, CLACSO. 

Gunder Frank, André (1973), Lumpenburguesía: lumpendesarrollo. Dependencia, clase y política en Latinoamérica, Ediciones Periferia.

Horkheimer, Max (2006), Estado autoritario, Itaca. 

Lechner, Norbert (1977), “La crisis del Estado en América Latina”, en Revista Mexicana de Sociología, Vol. 39, No. 2, UNAM, pp. 389-426. Disponible en: http://www.jstor.org/stable/3539771 

Marx, Karl (1975), El XVIII Brumario de Luis Bonaparte, Polémica.

MacDonald, Dwight (1974), “Mass cult y mid cult” en AAVV, Industria Cultural y Sociedad de Masas, Monte Ávila. 

O’Donnell, Guillermo (2023), El estado burocrático-autoritario, Prometeo.

Piva, Adrián (2020), “Clase y estratificación social en Argentina, 1947-2010”, en Universitat Autònoma de Barcelona; Papers; 105; 3; 389-419. 

Poulantzas, Nikos (1998), Fascismo y dictadura, Siglo XXI

Risler, Julia (2018), La acción psicológica, Tinta Limón.

Srnicek, Nick (2018), Capitalismo de plataformas, Caja Negra Editora.

Tarcus, Horacio (1992), “La crisis del Estado populista: Argentina 1976-1990” en Realidad Económica N° 107, IADE.

Thwaites Rey, Mabel (2016), La impugnación al neoliberalismo y su crisis, en Dínamo 5. Disponible en http://ladiaria.com.uy/articulo/2016/5/la-impugnacion-al-neoliberalismo-y-su-crisis/

Trotsky, León (2019), Obras Escogidas. La Lucha contra el fascismo, Ediciones Internacionales Sedov.

1  En un artículo reciente Pablo Dávalos (2023) retoma el trabajo de Frank sobre el “lumpendesarrollo” latinoamericano para explicar que el modo de acumulación capitalista en Ecuador tiene hoy características “lumpen”, dado que, para Dávalos, está atravesado por una lógica del narcotráfico, favorecida por la dolarización de la economía ecuatoriana. 

2   Horacio Tarcus (1992) caracterizó como “populista” la forma-Estado que entró en crisis en Argentina promediando la década del ochenta del siglo XX, a partir de la última dictadura militar de 1976. 

 Marx caracteriza (1975) al “lumpenproletariado” como un sector social desclasado, plausible de ser cooptado por Bonaparte a cambio de “aguardiente y salchicón”. Esta actitud de –un lumpen– Bonaparte para con el lumpenproletariado (y la pequeña burguesía y los pequeños propietarios rurales) contrasta con la adoptada frente al proletariado que opera de una manera más conflictiva, cohesionada y atenta a sus propios intereses. Por supuesto, en un determinado momento histórico de las relaciones de fuerza entre las clases sociales. 

 Un buen ejemplo de esta discursividad de la “transición” y de su intento por igualar “corporativamente” a las organizaciones de clase (empresarias y sindicales), lo encontramos en Portantiero y Nun (1988).

 Sobre la “poshegemonía” ver Beasley-Murray (2010). 
 

 Srnicek (2018).

.

   Recomendados