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No hablemos más paja: Encaremos el orden capitalista

Víctor Manuel Moncayo C.

Exrector y Profesor emérito 

 Universidad Nacional de Colombia

 

Situados frente a la realidad política actual de nuestra sociedad, pensamos no equivocarnos al decir, acudiendo a una expresión coloquial muy empleada en nuestro medio, que necesitamos no seguir hablando paja, para no acudir a otra igualmente utilizada, pero quizás más vulgar: no hablar más mierda, no en el sentido que alguna vez Nicolás Buenaventura1 reivindicara como el placer de la conversación creativa, sino para hacer referencia “a la tentación muy colombiana de hablar y hablar, como hámsteres en una rueda, sin avanzar ni un metro y, sobre todo, creyendo que con ello estamos yendo a algún lugar o cambiando el mundo”, como bien lo ha comentado Currea de Lugo2. La invitación que queremos hacer es renunciar a esa práctica habitual y, en su lugar, encarar lo que acontece, a partir del reconocimiento del orden social vigente bajo el cual vivimos que, no sabemos por qué, no nos atrevemos a calificar como lo que efectivamente es: la organización social capitalista.

1. La institucionalidad y sus derivados

En efecto, de manera permanente y reiterada, los medios de comunicación y los múltiples actores políticos y sociales de diferente signo claman porque las consideraciones que se hacen sobre el régimen político, el gobierno o las política y decisiones públicas no alteren ni interrumpan la institucionalidad, acudiendo a esta expresión en la mayoría de las veces sin avanzar cuál es su significación. Pareciera como si la expresión misma tuviera un halo sacrosanto que nadie ni nada puede mancillar o irrespetar, y mucho menos destruir o modificar; una realidad intangible y, por ende, insuperable. La única actitud frente a ella es la veneración, casi como si fuera un símbolo religioso que sólo puede ser adorado.

La misma actitud se manifiesta cuando se enarbola la preservación de la división de poderes, su independencia y su interrelación, aludiendo obviamente a su origen histórico como encarnación del sistema de pesos y contrapesos, que recuerda la expresión inglesa de checks and balances, haciendo eco a las elaboraciones de Locke o Montesquieu o de los federalistas estadounidenses Hamilton, Madison y Jay o, en general, del constitucionalismo moderno o contemporáneo. Igual reacción se manifiesta cuando se afirma que el órgano legislativo encarna la soberanía popular o que la rama judicial es esencial al orden constituido. Todo bajo el entramado de derechos y garantías individuales o colectivos, de la prevalencia de la propiedad privada, y del legítimo interés de la iniciativa particular.

Los debates, obviamente, giran alrededor de los rasgos que asumen y renuevan cada una de las ramas del poder y de sus aparatos. Las formas que imperan en la Rama ejecutiva, con sus incompetencias e improvisaciones, sus dificultades para conjugar planes y programas con ejecuciones eficaces, sus equivocadas respuestas a las encrucijadas técnico-económicas, su utilización controvertida del monopolio de la fuerza, sus discutidas posiciones frente a la libertad de expresión y de opinión, sus pretensiones reformistas en muchas dimensiones y sus orientaciones confusas y complejas sobre las negociaciones con las distintas organizaciones armadas, para citar algunas de las dimensiones materia de controversia. Del lado legislativo, el nunca superado funcionamiento signado por el sistema existente de partidos y movimientos políticos, las prácticas clientelistas, las formas impropias de los debates legislativos o de control político, las prácticas de relacionamiento con los intereses de los grupos económicos y de interés, los bajos niveles de idoneidad o las actuaciones malintencionadas y, en fin, sus injerencias no propiamente legítimas en otras ramas o aparatos estatales. Y en el mundo de la justicia sus consabidos vicios de lentitud, parcialidad, incompetencias, prácticas corruptas, impunidades, contradicciones inexcusables y los mismos vínculos inaceptables con otras ramas que remiten siempre a la temática de la independencia de poderes.

https://movimientoantorchista.org.mx/el-neoliberalismo-de-la-4t-124610

2. Algunos elementos necesarios para el análisis

Según lo expuesto estamos ante el mismo panorama de siempre, aunque con diferentes temáticas y renovados actores. La descripción podría ser igual a la de tiempos anteriores y, seguramente, de los que están por venir. Todo por una razón quizás elemental: siempre nos movemos en el interior de una organización estatal, que corresponde al orden social capitalista que nos rige. Es por ello que, en relación con ella, tenemos que tener presentes estos elementos que en apretada síntesis presentamos:

a. En el orden social capitalista bajo el cual vivimos y sufrimos, desde el momento histórico (variable y diverso) de su existencia, presidido por la dimensión nacional y por el Estado que la organiza, se produjo un proceso de individuación que erigió las unidades singulares como sujetos libres para que funcionaran no sólo como hombres civiles, sino al tiempo como ciudadanos. Se produjo, en efecto, una nueva individuación que transformó la precedente (muy diferente según el lugar donde echó raíces el capitalismo). 

Esa es la individuación construida en la transición europea hacia el capitalismo, o la que se hizo necesaria en sociedades como las derivadas de los lazos coloniales hispánicos, entre las cuales está la colombiana. 

b. Lo que ocurre en las relaciones propias de la sociedad capitalista es que nosotros, los humanos, somos también diferentes, como lo son las mercancías, pero cada vez que debemos tejer relaciones de intercambio, nos es preciso negarnos como hombres concretos y afirmarnos como hombres en general, como hombres en abstracto, y reconocernos como iguales, como sujetos con las mismas características universales: libres, iguales, cada uno con su propio interés, etc.

De manera permanente y reiterada, los medios de comunicación y los múltiples actores políticos y sociales de diferente signo claman porque las consideraciones que se hacen sobre el régimen político, el gobierno o las políticas y decisiones públicas no alteren ni interrumpan la institucionalidad, acudiendo a esta expresión en la mayoría de las veces sin avanzar cuál es su significación. Pareciera como si la expresión misma tuviera un halo sacrosanto que nadie ni nada puede mancillar o irrespetar, y mucho menos destruir o modificar; una realidad intangible y, por ende, insuperable. La única actitud frente a ella es la veneración, casi como si fuera un símbolo religioso que sólo puede ser adorado.

c. Ese proceso de individualización no va solo. Los individuos libres e iguales se manifiestan en diversos órdenes de la totalidad social, lo cual da lugar a lo que pudiera llamarse una especie de existencia dual. Una es su presencia como sujetos civiles, en el orden mercantil, familiar e individual, y otra como pertenecientes a la sociedad o comunidad política, como ciudadanos. La atomización individual parece condensarse en dos polos o regiones diferentes: la vida civil y la vida política, lo privado y lo público. Lo que importa destacar es que no se trata de una separación natural, obvia, simplista, sino de una escisión histórica propia de la sociedad capitalista, constitutiva de su misma esencia.

d. Son esos individuos ‒los hombres de la vida civil, que viven, producen, aman, sufren o gozan‒ quienes se reencuentran como sujetos políticos, como ciudadanos, como miembros de la comunidad política a que da lugar toda instauración nacional del capitalismo. Son esos mismos sujetos-ciudadanos quienes renuevan y afirman su condición cuando pagan impuestos, cuando hacen solicitudes a las autoridades, cuando acuden a la justicia, cuando eligen a sus representantes en el órgano legislativo o a su presidente o gobernante, o cuando son llamados a ejercer la llamada suprema función constituyente. El mundo o la esfera de la política les asigna un papel que deben representar; requiere de ellos, son su cimiento y su savia. 

e. Esa nueva forma de individualidad de la cual los integrantes del colectivo no pueden sustraerse, da lugar, en el ambiente de la sociedad nacional y de su Estado, a la esfera representativa del interés general, separada y distinta de la voluntad de quienes contribuyen a su organización y a su funcionamiento que, además, explica y legitima la existencia de un cuerpo especializado de representantes, la clase política, soportada sobre la imposibilidad de que exista un vínculo real entre el Estado y las singularidades; se produce un verdadero tránsito metafísico de la “voluntad de todos” que constituye la sociedad, a la “voluntad general”, es decir, la voluntad de los preseleccionados por todos pero que no responden ante nadie”3.

f. Esa esfera representativa nunca la ponemos en duda; por el contrario, siempre la reiteramos y fortalecemos, la reproducimos. “No nos inquieta el esquema, que de manera expresa admitimos, sino que sólo nos preocupan sus elementos circunstanciales y aleatorios, como la composición de la clase política, sus condiciones de renovabilidad, el grado de movilidad para acceder a ella, la pureza de sus comportamientos, la duración de su “mandato”, la objetividad de su selección, la eliminación de las prácticas viciosas de participación electoral, etc.”4

https://www.xn--sociologainquieta-kvb.com/2020/06/neoliberalismo-la-importancia-de-conocer.html

g. De esta manera, en ese mundo de la atomización individual, de la adscripción simultánea y separada del mundo civil y de la esfera estatal, de la operancia del sistema representativo, desembocamos en la homogeneización propia de la unidad del pueblo nacional, asentado sobre un territorio, que se erige como soberanía, y que se expresa en todos los momentos históricos de instauración y vigencia del capitalismo, con el rasgo esencial del monopolio legítimo de la violencia, fundamento de la organización estatal y última ratio de su orden jurídico.

h. Siendo prisioneros de esa forma de individualidad capitalista, participamos en la llamada democracia representativa, con la esperanza de encontrar otros horizontes, con resultados siempre negativos. Es lo que periódicamente registramos en todo lugar de este planeta capitalista. Así lo evidencian los múltiples y complejos desvaríos de las experiencias electorales que siempre nos golpean negativamente, pero que paradójicamente nunca nos alejan de los lazos de la democracia representativa, pues continuamos adhiriendo a ella, abrazándola, reclamándola y practicándola. Es la voluntad del pueblo que se manifiesta y que siempre respetamos. Frente a ella no basta con denunciarla y rechazarla, por cuanto su fuerza sistémica nos domina5 

Ese es el mismo escenario en el cual se inscriben las alternativas de alcanzar transformaciones esenciales de la organización social y estatal por la vía de la participación electoral en un proceso constituyente. Las perspectivas de alcanzar por ese camino las bases de una organización transformadora no han sido positivas ni podrán serlo, como lo enseñan las múltiples y repetidas experiencias.

i. A partir de esos elementos, la organización social capitalista construyó históricamente la forma-Estado como una verdadera abstracción real y social en la cual opera esa nueva subjetividad en el contexto de la homogeneidad nacional, de un específico control y regulación espacial, del monopolio de la violencia legítima y de un orden jurídico general e impersonal, rasgos que hasta hoy no han cesado de regir.

j. El capitalismo con esa dimensión estatal que le es consubstancial, desde sus orígenes hasta hoy ha experimentado significativas transformaciones, que comprometen todas sus dimensiones y las modalidades de existencia de sus abstracciones reales. La transformación experimentada en los últimos tiempos ha ido acompañada de una nueva lógica asociada a cambios sustanciales de la naturaleza del trabajo, bajo una nueva cooperación social productiva y, sobre todo, con una nueva forma de explotación, que nos ha conducido de la clásica apropiación de la plusvalía propia del régimen salarial a múltiples formas de extracción del valor. Es la época o fase que ha sido identificada como neoliberal que sustituyó la forma del Estado interventor y de bienestar. En este nuevo estadio se han perfilado regímenes políticos diferentes e igualmente formas de gobierno también específicos, según las particularidades históricas de cada conjunto societario, los cuales despliegan políticas públicas que buscan ser armónicas con los rasgos propios de esa nueva fase del capitalismo, obviamente según el contexto nacional y sus formas de inserción en el mundo globalizado.

3. Hacia la superación del orden social capitalista

Pues bien, cuando los debates y discusiones afloran a propósito de la institucionalidad, y de otras dimensiones como aquellas a las cuales aludimos al inicio de este escrito, necesariamente no desbordamos el orden social capitalista existente, ni siquiera intentamos hacerlo, sino que convivimos con él con todos los efectos que ello implica. Es la consecuencia derivada de la significación del gobierno de Petro, que el mismo día de su victoria electoral nos advirtió: “De manera franca, aquí les diría lo siguiente, nosotros vamos a desarrollar el capitalismo”. “No porque lo adoremos, sino porque tenemos primero que superar la premodernidad en Colombia, el feudalismo en Colombia, los nuevos esclavismos y la nueva esclavitud”6 (intervención de Gustavo Petro en el Movistar Arena-Bogotá el 19 de junio al celebrar su victoria electoral), confesión muy lejana de nuestra ilusa esperanza puesta de presente tanto en mayo de 2018 como en junio de 20227, de que se abrieran “ nuevos espacios de participación” que contribuyeran “a permitir nuevas condiciones para la expresión de las reivindicaciones sociales y comunitarias, por el momento reprimidas o sin un horizonte definido”.

Esta reflexión es apenas un esbozo de una posición política diferente y superior, que nos permita ver de nuevo la luz de la realidad del orden capitalista y de sus mecanismos de dominación, para contribuir, así sea mínimamente, a develarlos desde el horizonte de nuestras prácticas políticas, para interrumpir la ausencia de consideraciones sobre la fase actual del capitalismo en nuestro país y la necesidad de su superación,8 que de manera ostensible podemos identificar en los debates carentes de toda profundidad de los cuales somos actores conscientes o no; que rechace el eclipsamiento de toda controversia significativa que ya bien sabemos va a provocar una vez más el proceso electoral y, sobre todo, que impida el renovado enceguecimiento al cual nos pueden conducir las iniciativas programáticas de un nuevo gobierno.

Esta reflexión es apenas un esbozo de una posición política diferente y superior, que nos permita ver de nuevo la luz de la realidad del orden capitalista y de sus mecanismos de dominación, para contribuir, así sea mínimamente, a develarlos desde el horizonte de nuestras prácticas políticas, para interrumpir la ausencia de consideraciones sobre la fase actual del capitalismo en nuestro país y la necesidad de su superación, que de manera ostensible podemos identificar en los debates carentes de toda profundidad de los cuales somos actores conscientes o no; que rechace el eclipsamiento de toda controversia significativa que ya bien sabemos va a provocar una vez más el proceso electoral y, sobre todo, que impida el renovado enceguecimiento al cual nos pueden conducir las iniciativas programáticas de un nuevo gobierno.

https://www.carrodecombate.com/2015/11/05/una-introduccion-historica-a-la-sociedad-de-consumo-33-la-revolucion-neoliberal-el-neocapitalismo-del-consumo/

Desde esa perspectiva, tercamente creemos que existen posibilidades para un horizonte nuevo de la posición antagonista al orden capitalista que, a partir de nuestra específica problemática nacional, plantee como tareas indeclinables

  • denunciar la significación del régimen representativo y no solo sus vicios, deformaciones e imperfecciones;
  • descalificar la utilidad real del régimen de partidos, más allá de las fórmulas múltiples que pueden regularlo; 
  • confrontar todo régimen autoritario y de excepción; 
  • controvertir todas las tendencias, reformas y políticas adecuadas a la transformación capitalista en curso; 
  • advertir los peligros de cooptación e ideológicos que se esconden tras las llamadas formas de democracia participativa y comunitaria;
  • deslegitimar la viabilidad de soluciones reales mediante reformas constitucionales o legales o políticas públicas, bajo el actual sistema de organización social-productiva y de los regímenes políticos vigentes; 
  • evitar la celada del reordenamiento del sistema político para atender sus anomalías, tales como el clientelismo, la corrupción, el burocratismo, etc.;
  • controvertir y rechazar las nuevas formas del orden capitalista global; 
  • considerar la posibilidad de construir formas de transición en la dirección de ruptura con el orden existente; 
  • impulsar etapas de transición poscapitalista, cuando las condiciones así lo exijan y lo permitan; 
  • actuar con todas las precauciones que sean posibles, pues las dimensiones institucionales y representativas del capitalismo siempre se oponen a esos desbordamientos o superaciones, planteados desde dentro o por fuera de ellas; 
  • tener en cuenta que es un proceso siempre conflictivo, complejo e híbrido, en la medida que combina múltiples agentes y prácticas y, sobre todo,
  • estimar que las organizaciones que en otro momento tuvieron protagonismo, así como sus reivindicaciones, han perdido pertinencia.

Solo encarando de esa manera la realidad del orden social capitalista, podrá encontrarse un cierto aliento de un potencial constituyente, que vaya más allá de las formas previstas en el andamiaje de las formas jurídicas del Estado constituido, para trasegar la senda de un nuevo orden histórico que supere el capitalismo y no conduzca a la renovación de las formas de dominación.

 

1   Buenaventura, Nicolás. La importancia de hablar mierda o los hilos invisibles del tejido social. Bogotá: Magisterio, 2003. 

2   Víctor de Currea-Lugo. Texto encontrado en la red. 30 de septiembre de 2023.

 Hardt y Negri. Declaración. Ed Akal. Madrid, 2012, p. 35. Los autores agregan: “Como dice Carl Schmitt, representar significa hacer presente una ausencia o, en realidad, a nadie en concreto. La conclusión de Schmitt es perfectamente coherente con los presupuestos de Rousseau, que a su vez se expresan en la constitución estadounidense y en las constituciones de la Revolución Francesa. La paradoja de la representación es completa. Lo único que sorprende es que pudiera funcionar durante tanto tiempo y, en su vaciedad, solo podía hacerlo respaldada por la voluntad de los poderosos, de los poseedores de riqueza, de los productores de información y de los instigadores del miedo, predicadores de la superstición y la violencia”.

 V.M. Moncayo. El Leviatán derrotado. Ediciones Aurora, Bogotá 2004

 Es así como Borges, a propósito de su conocida expresión sobre la democracia, paradójicamente dice: “Escribí alguna vez que la democracia es un abuso de la estadística; yo he recordado muchas veces aquel dictamen de Carlyle, que la definió como el caos provisto de urnas electorales. El 30 de octubre de 1983, la democracia argentina me ha refutado espléndidamente. Espléndida y asombrosamente. Mi Utopía sigue siendo un país, o todo el planeta, sin Estado o con un mínimo de Estado, pero entiendo no sin tristeza que esa Utopía es prematura y que todavía nos faltan algunos siglos. Cuando cada hombre sea justo, podremos prescindir de la justicia, de los códigos y de los gobiernos. Por ahora son males necesarios”. Tapa del suplemento Cultura y Nación de Clarín del 22 de diciembre de 1983, con el texto de Jorge Luis Borges sobre el regreso de la democracia.
 

 Expresiones de la intervención de Gustavo Petro en el Movistar Arena-Bogotá el 19 de junio de 2022 al celebrar su victoria electoral.

 Nos referimos a las manifestaciones escritas de personas del mundo académico e intelectual, que se hicieron en esos dos momentos, para asociarse críticamente a las postulaciones de Gustavo Petro como candidato presidencial.

 V.M. Moncayo. “De la revuelta social a la trampa electoral”. Revista Izquierda N.° 98. Julio 2021.

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