Julio C. Gambina
Doctor en Ciencias Sociales, UBA, Buenos Aires, Argentina
Profesor Titular de Economía Política, Universidad Nacional de Rosario, Argentina
Integra la Junta Directiva de la Sociedad Latinoamericana
y caribeña de Economía Política y Pensamiento Crítico (SEPLA)
El momento actual remite a la crisis del capitalismo entre 2007 y 2009, presentada en origen como un problema financiero, asociado al impago de las hipotecas otorgadas como forma de superar la crisis estadounidense de 2001, luego transformada en crisis económica, con gran recesión en 2009 y caracterizada como integral (alimentaria, energética, ambiental, civilizatoria) en la dinámica de las grandes crisis del capitalismo, la de fines del siglo XIX, la del 30 y la de los 60/70 del siglo XX.
Resulta importante para nosotros el tema, ya que cada crisis mundial del capitalismo supone cambios sustanciales en la forma de manifestación del modo de producción capitalista y por ende en sus contradicciones, base del desarrollo capitalista en un proceso de lucha de clases. El gran interrogante apunta a discutir las estrategias de salida a la crisis desde las clases dominantes y, por cierto, considerar las estrategias anticapitalistas con perspectivas por el socialismo.
La “solución” de esa crisis estadounidense de 2001 incluyó la respuesta “militar” ante el ataque a las torres en Nueva York, con el consiguiente aumento del gasto y la inversión militar que se potencia hasta el presente de conflicto en Ucrania, OTAN mediante, y otros muchos territorios. El incremento del gasto y la inversión militar es parte de las tendencias que se afirman en el presente. Se puede leer en un informe que:
Pero también, la crisis de 2001 en EE.UU. dio curso a la extensión del crédito a los “Estados Nación”, a las empresas y, muy especialmente, a las familias empobrecidas, que aumentaron su exposición crediticia más allá de las hipotecas ante el desarrollo de la digitalización, la bancarización y la multiplicidad de medios de pagos y deuda, ya no solo las tarjetas de crédito o los préstamos personales.
El mayor endeudamiento desde entonces está siendo agravado con la tendencia actual al aumento de las tasas de interés, empeorando la situación de países y sectores vulnerables endeudados. Se trata de un fenómeno que está en la base de la crisis bancaria de marzo y abril pasado, con cierre de bancos y extensión de la intervención estatal en el salvataje de la banca y la garantía total a los depositantes, a contramano de la prédica “liberal” sustentada por la corriente principal de teoría económica en la academia y en los ámbitos de decisión de política económica y financiera2.
Señalemos entonces, a modo de síntesis, que desde EE.UU. se estimuló a partir de 2001 una tendencia al incremento del gasto e inversión militar y al fortísimo endeudamiento de los Estados, las empresas y los particulares.
El momento actual remite a la crisis del capitalismo entre 2007 y 2009, presentada en origen como un problema financiero, asociado al impago de las hipotecas otorgadas como forma de superar la crisis estadounidense de 2001, luego transformada en crisis económica, con gran recesión en 2009 y caracterizada como integral (alimentaria, energética, ambiental, civilizatoria) en la dinámica de las grandes crisis del capitalismo, la de fines del siglo XIX, la del 30 y la de los 60/70 del siglo XX.
En ese marco, la realidad desplegada luego de la crisis de 2007/09 es una tendencia a la desaceleración de la producción y la actividad económica, con perspectiva de recesión en un marco de alta inflación.
Así, luego de 40 años de estabilización global de precios, es la inflación el fenómeno reaparecido en la economía mundial, por lo que se reiteran las respuestas monetaristas de los 70/80, principalmente la suba de las tasas de interés de parte de la banca central con la intencionalidad de frenar el crecimiento de la economía.
El informe de abril pasado del FMI destaca:
Según los pronósticos de base, el crecimiento caerá desde 3,4 % en 2022 a 2,8 % en 2023, antes de estabilizarse en 3,0 % en 2024. Se prevé que las economías avanzadas experimenten una desaceleración del crecimiento especialmente pronunciada, desde 2,7 % en 2022 a 1,3 % en 2023. En un escenario alternativo razonable con mayor tensión en el sector financiero, el crecimiento mundial disminuye hasta aproximadamente 2,5 % en 2023, mientras que el crecimiento de las economías avanzadas cae por debajo de 1 %. En el escenario base, el nivel general de inflación disminuye de 8,7 % en 2022 a 7,0 % en 2023 debido a los menores precios de las materias primas, aunque es probable que la inflación subyacente disminuya con más lentitud. En la mayoría de los casos, es poco probable que la inflación retorne al nivel fijado como meta antes de 20253 .
Los datos ofrecidos por el FMI tienen como problema de fondo de tendencia a la baja de la producción y la productividad, afectando la tasa de ganancia de los grandes capitales. Michael Roberts sigue con regularidad la información relativa a la tendencia a la baja de la tasa de rentabilidad y de productividad4.
Es un tema al que se adiciona la deliberada “política económica” de alza de tasas en la búsqueda del enfriamiento de la actividad económica, con las consecuencias sociales regresivas derivadas del cierre de empresas, pérdidas de empleos y reducciones de los ingresos populares, agravando la desigualdad, creciente en el sistema mundial.
La crisis se agravó por la pandemia del covid-19, desplegada entre 2020 y 2023, especialmente con el cierre de las economías durante 2020, estimulando una recesión, que en su rebote desde 2021 hizo emerger la inflación como fenómeno renovado luego de décadas, motorizando la desigualdad a partir de gigantescas ganancias acumuladas por los sectores más concentrados y enriquecidos del sistema mundial. La inflación es un mecanismo de distribución regresiva del ingreso. La suba de precios definió una gigantesca acumulación de ingresos agravando la desigualdad social.
El estudio de OXFAM señala al respecto:
La riqueza de los milmillonarios se ha disparado durante la pandemia de la COVID-19 en gran medida debido a los beneficios extraordinarios de grandes empresas de los sectores farmacéutico, energético, tecnológico y alimentario. Mientras tanto, millones de personas en todo el mundo se enfrentan a una crisis por el aumento del coste de la vida debido a los efectos persistentes de la pandemia y el rápido incremento del precio de productos básicos como los alimentos y la energía. La desigualdad, que ya era extrema antes de la pandemia de la COVID-19, ha alcanzado niveles sin precedentes. Los Gobiernos deben aplicar con urgencia medidas fiscales altamente progresivas e invertir el dinero recaudado en mecanismos sólidos y de eficacia demostrada para reducir la desigualdad”5 .
El tema se potenció con la guerra en Ucrania, iniciada en 2022 y prolongada ya por más de un año sin fecha cierta de culminación. Una situación que agudizó el fenómeno inflacionario, especialmente de alimentos y energía, con graves consecuencias para los pueblos y personas empobrecidas, agigantando la brecha de desigualdad en una disputa desigual por la apropiación del ingreso de sectores concentrados de la economía mundial6.
Resaltamos el fenómeno recreado de la “estanflación”, un cuadro que remite a la crisis de los años 70 del siglo pasado y a la salida “neoliberal”, en tanto gigantesca ofensiva del capital en contra del trabajo, de la naturaleza y de la sociedad.
La reiteración en la receta liberalizadora del siglo pasado para combatir la inflación, traída al presente con la suba de la tasa de interés y su impacto en el incremento de las deudas públicas, privadas y familiares, impactan regresivamente en el nivel de actividad, en la baja tendencial de los salarios y en el empleo, agudizando la tendencia a la informalización laboral y la pérdida de seguridad social y laboral.
Crisis de la liberalización, del “neoliberalismo”
En este contexto, la crisis contemporánea en proceso desde 2007 desordenó la mundialización como tendencia por cuatro décadas, comenzando en 1980, en tanto tiempo para la potenciación de la dinámica de liberalización de la economía, sustanciada y legitimada con una juridicidad internacional explicitada en Tratados de Libre Cambio (TLC), Tratados Bilaterales de Inversión (TBI) y el estímulo de históricas características originarias de la tendencia a la construcción del capitalismo como el libre comercio, la libre competencia o el libre mercado.
Vale destacar que ese liberalismo operó con una fortísima intervención estatal, un aprendizaje legado de las políticas keynesianas para el salvataje del orden capitalista. El mercado y el Estado son relaciones sociales permeadas por la lógica de la lucha de clases en el capitalismo. En el mercado se procesa la disputa por el excedente y en el Estado se disputa poder.
El tiempo de la liberalización es el de la mundialización de la producción y transnacionalización del capital. Es un tiempo coincidente con la emergencia de China y su modernización desde 1978 como potencia del sistema mundial.
Remite al tiempo de una extensión fenomenal de las relaciones capitalistas en el ámbito mundial, empujando un proceso de difusión mundial de las inversiones capitalistas a nuevos territorios, entre ellos, hacia países de gran extensión territorial y abundante población con bajos ingresos, entre los que destacan China, India o Brasil.
Se trata de un fenómeno que encontró limites en 2015/16, coincidente con las tendencias nacionalistas emergentes en EE.UU. del “America First” y en Gran Bretaña con el “Brexit”. El informe de la Unctad (ver gráfica)7 da cuenta de la tendencia a la baja de las inversiones externas directas, confirmando los datos de la desaceleración económica antes comentados, en una dinámica de reciente recuperación que no alcanza los máximos previos.
Hay que resaltar que esa extensión de las relaciones capitalistas de producción y la liberalización coincide en el tiempo con la desarticulación de la URSS hacia 1991. Con ello se verifica el fin de la bipolaridad entre capitalismo y socialismo, otorgando sustento a la universalización legitimada del régimen de explotación y saqueo. Un régimen que en los 90 del siglo pasado reanudó su ofensiva de los 70/80, ahora hacia el este de Europa y el territorio de la dependencia en Asia, África y América Latina y el Caribe.
Estas cuatro décadas, entre 1980 y 2020, constituyen la tendencia a la mundialización de la producción de China y su orientación en el desarrollo de cadenas mundiales de valor, hoy afectadas por la tendencia a las sanciones unilaterales desplegadas por la política exterior estadounidense desde tiempos de Trump (2016) y sus asociados en occidente. Son políticas sostenidas en el presente bajo la gestión Biden.
Por ende, lo que estamos definiendo como tendencia actual es el desorden del “orden” construido a la salida de la crisis de los años 70 del siglo pasado, lo que enunciamos como “crisis de las políticas liberalizadoras”, o si se quiere, del “neoliberalismo”.
El “desorden” convoca a la discusión del orden mundial y pone en discusión la gestión del capitalismo y, con él, la necesidad de discutir las distintas iniciativas políticas en el marco de la lucha de clases.
Son temas que se manifiestan como disputa hegemónica de la gestión del capitalismo global, entre la potencia emergente y el hegemón actual, una dinámica que se expresa como “guerra comercial, monetaria, tecnológica, económica, financiera” y que amenaza por la vía del aumento del gasto militar con escalar, incrementando la incertidumbre sobre el presente y el futuro cercano.
En el lenguaje del poder, la titular del FMI señala:
La debilidad de la economía mundial, la alta inflación y la creciente fragmentación exigen medidas contundentes por parte del Grupo de los Veinte8 .
Con “debilidad” remite a la desaceleración estructural del sistema capitalista, a lo que suma la inflación, aun con tendencia a la baja, pero sosteniendo elevada la inflación subyacente, más la “fragmentación”, clara alusión al mencionado desorden promovido por las unilaterales sanciones que motivas reagrupamientos en el orden global, entre China y Rusia; entre estos y otros sancionados, caso de Irán o Cuba, entre muchos.
Sigue la Directora Gerente:
En abril, el Fondo Monetario Internacional (FMI) proyectó un crecimiento mundial del 2,8 % en 2023 con respecto al 3,4 % de 2022. Se prevé que el grueso de ese crecimiento (más del 70 %) provenga de la región de Asia y el Pacífico.
El acento está en el bajo crecimiento de “occidente”, el Atlántico que definió la dominación imperialista, primero de Gran Bretaña y luego de EEUU. Por eso, desde el poder mundial se reflexiona sobre las nuevas tendencias en la disputa de la hegemonía capitalista contemporánea.
La suba de precios preocupa e insiste en el tema para justificar las políticas recesivas asentadas en la suba de la tasa de interés, obviando que los precios remiten a la ley del valor y por ende constituyen parte esencial de la disputa por la apropiación del excedente económico, como parte de la ofensiva del capital contra el trabajo:
La inflación general mundial parece haber tocado techo, mientras que la inflación subyacente ha cedido en cierta medida, sobre todo en India. Pero en la mayoría de los países del G20, en especial en las economías avanzadas, la inflación permanece muy por encima de los niveles fijados como meta por los bancos centrales.
Finalmente, Kristalina Georgieva, junto a la preocupación por el crecimiento y la fragmentación, destaca el problema del endeudamiento y del cambio climático:
El FMI ha pronosticado un crecimiento mundial a mediano plazo de alrededor del 3 %, muy por debajo del promedio histórico del 3,8 % alcanzado durante el período 2000-19. Además, la fragmentación económica socavará el crecimiento y dificultará que se afronten los retos mundiales acuciantes, que abarcan desde las crecientes crisis de la deuda soberana hasta la amenaza existencial del cambio climático.
El poder mundial está preocupado respecto de la situación mundial de crisis y exacerba iniciativas de reestructuración regresiva para superar la situación. En ese sentido existen propuestas de máxima que exacerban la criminalización de la protesta social y animan propuestas políticas de ultraderecha en el sentido impuesto por el fascismo hace un siglo. Otros, intentan respuestas de “nuevos acuerdos” asociados a la crisis climática y la transición energética, imaginando nuevas recreaciones reformistas en el presente. Las luchas populares establecen límites a unos y a otros, habilitando nuevas rondas de lucha de clases.
Lucha de clases en acción
Asistimos a un tiempo de enormes desafíos en la lucha de clases contemporánea, ya que la “solución” de la crisis dispara iniciativas políticas confrontadas.
De un lado actúa el poder actuante en la producción de valor y plusvalor, con pretensión de consolidar a los principales Estados dominantes del capitalismo global y su capacidad de intervenir en la dirección del orden contemporáneo, especialmente desde el lugar asumido en el orden global desde fines de la segunda guerra mundial.
Eso es lo que está en discusión y genera, desde otro lado, dinámicas de confrontación que discuten desde distintos ángulos la dirección del sistema mundial. No se trata de una confrontación contra el capitalismo y por otro orden social, sin explotación, pero habilita nuevas formas de gestión de las relaciones globales e internacionales.
Desde el poder global se promueven sanciones unilaterales, económicas, financieras, junto a una fuerte presión por acelerar la liberalización en espacios territoriales de influencia y considerados propios del capitalismo desarrollado, lo que acontece en los territorios de la dependencia o viejas colonias, de Asia, África y América Latina y el Caribe.
En este sentido se sustentan agendas de reformas estructurales reaccionarias: laborales, previsionales, tributarias. Son formas de intervenir en la disputa por la apropiación del excedente, el plusvalor generado por el trabajo social.
Desde otro ángulo se destacan las nuevas articulaciones económicas, financieras, comerciales, políticas, caso de los BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica) y las respuestas a las sanciones monetarias, comerciales, diplomáticas y políticas.
Es algo que en la región latinoamericana y caribeña se manifiesta en el relanzamiento de Comunidad de Estados Latinoamericanos y caribeños (CELAC) y variadas propuestas emergentes desde comienzo del siglo XXI, tales como la Nueva Arquitectura Financiera (NAF), que incluye la creación de mecanismos de financiamiento alternativo a los definidos por el orden financiero liderado por el FMI desde 1944/45.
Se trata de propuestas construidas en las últimas décadas por el movimiento social popular que desde las diferentes luchas y su organización pudo construir un “programa de transformaciones”, con escaso desarrollo hasta el presente, aun cuando esa dinámica popular tuvo capacidad de gestar gobiernos con mensajes discursivos críticos al orden “neoliberal” construido en los 80/90 del siglo pasado.
En rigor, esa dinámica de lucha y organización popular con capacidad de constituirse en gobierno no pudo definir una estrategia de transformación del orden capitalista en una perspectiva emancipadora. De hecho, constituye uno de los principales debates de nuestro tiempo sobre las posibilidades de reconstruir una estrategia anticapitalista y antiimperialista, que en las condiciones de las luchas sociales se inscriben en una perspectiva contra el patriarcado, el saqueo de los bienes comunes y toda forma de discriminación y racismo.
La conquista electoral de la lucha popular no estimuló el poder de origen en la organización y movilización por reivindicaciones económicas, sociales, políticas y culturales, sino que fue frenada por las burocracias de los poderes estatales, quienes privilegiaron la táctica de la concesión y negociación con el poder de fondo, conteniendo y limitando la autonomía del poder popular.
Sostenemos que la crisis capitalista en curso discute el orden emergente a la salida de la crisis de los 60/70, que se desplegó bajo la lógica de la liberalización, en tanto ofensiva capitalista. Eso es lo que está en crisis y por eso insistimos en el despliegue de una lucha de clases que presenta estrategias y tácticas confrontados, del poder y del contrapoder popular.
A medio siglo de la instalación de las propuestas “neoliberales”, desde las dictaduras del Cono Sur de América, con los golpes militares del 73 en Uruguay y Chile, la región experimentó como ensayo la lógica ortodoxa de la liberalización sugerida por el monetarismo de la Escuela de Chicago y “legitimada” con el Nobel de Economía a Milton Friedman en 1976.
Thatcher y Reagan le dieron carta de ciudadanía en las potencias imperialistas a comienzos de los 80, y la socialdemocracia europea facilitó en esa década la estrategia de universalización lograda con la caída del socialismo en el este de Europa y la crisis japonesa de los 90.
El mundo asumía el emblema de la “liberalización”, derrotando la batalla perdida en 1917 y que los había llevado a una estrategia defensiva entre 1930 y 1980. La ofensiva se consolidaba y tras 50 años de despliegue, la crisis en curso devuelve el problema civilizatorio actual, de profundizar la lógica “neoliberal” o transitar un camino alternativo, no solo de disputa de la gestión capitalista, sino en contra y más allá del capitalismo.
La crítica al capitalismo fue la tarea de sistematización desarrollada por Carlos Marx, asumiendo los aportes de la ciencia de su época y de la practica teórica y social de la clase explotada.
Fue una tarea gigantesca, en polémica, que hoy continuamos, potenciando la crítica al capitalismo actual y a sus manifestaciones, expresadas en la internacionalización de la producción y la transnacionalización del capital; como en el poder de los principales Estados del capitalismo desarrollado y sus articulaciones en organismos internacionales que pretenden una juridicidad global para subordinar la lucha de los pueblos. Remitimos en ese sentido a los sujetos del poder.
Claro que en lucha se despliega el contrapoder de la organización y movilización por sus reivindicaciones democráticas y revolucionarias de las trabajadoras y los trabajadores, quienes actúan según la tradición organizativa histórica y bajos nuevas formas que aparecen como fragmentación del movimiento popular, pero que expresan la diversidad de la lucha anticapitalista. Entre ellos destacan los feminismos populares, los movimientos ambientalistas en contra del saqueo de los bienes comunes; las propuestas de rescate del poder autogestionario, comunitario y de una compleja organización de los pueblos para la satisfacción de la vida cotidiana.
En ese rumbo destacamos la próxima realización de una cumbre popular en Marruecos contra la reunión anual del FMI y el Banco Mundial, expresión concentrada del poder global de las corporaciones transnacionales y los principales Estados del capitalismo mundial articulados en organismos internacionales. Se trata de una cumbre que sintetiza variadas iniciativas de lucha popular que intervienen en la disputa por reivindicaciones que se suscitan en el terreno de la confrontación en las relaciones sociales de producción cotidianas: a) entre el capital y el trabajo; b) en la función estatal; c) en las relaciones internacionales.
Son luchas e iniciativas que animan la resistencia popular en todo el planeta; que construyen y elaboran el programa de transformaciones necesarias para los sectores sociales subalternos, explotados y saqueados; al tiempo que experimentan la construcción de una argamasa política que reconstruya la estrategia por la revolución en nuestro tiempo.
El poder mundial está preocupado respecto de la situación mundial de crisis y exacerba iniciativas de reestructuración regresiva para superar la situación. En ese sentido existen propuestas de máxima que exacerban la criminalización de la protesta social y animan propuestas políticas de ultraderecha en el sentido impuesto por el fascismo hace un siglo. Otros, intentan respuestas de “nuevos acuerdos” asociados a la crisis climática y la transición energética, imaginando nuevas recreaciones reformistas en el presente. Las luchas populares establecen límites a unos y a otros, habilitando nuevas rondas de lucha de clases.
1 El gasto militar mundial alcanza un nuevo récord con el aumento del gasto europeo. Estocolmo, 24 de abril de 2023, en: https://www.sipri.org/sites/default/files/MILEX%20Press%20Release%20ESP.pdf
2 Julio Gambina. La crisis bancaria y la respuesta del Estado capitalista (1/04/2023), en: https://fisyp.org.ar/2023/04/01/la-crisis-bancaria-y-la-respuesta-del-estado-capitalista-por-julio-gambina/
3 FMI. Informe sobre Perspectiva de la Economía Mundial, abril 2023, en: https://www.imf.org/es/Publications/WEO/Issues/2023/04/11/world-economic-outlook-april-2023
4 Michael Roberts Blog. https://thenextrecession.wordpress.com/
5 OXFAM. “BENEFICIARSE DEL SUFRIMIENTO” 23/05/2022, en: https://oi-files-d8-prod.s3.eu-west-2.amazonaws.com/s3fs-public/2022-05/Oxfam%20Media%20Brief%20-%20SP%20-%20Profiting%20From%20Pain%2C%20Davos%202022%20Part%202.pdf
6 Julio Gambina. La revolución contra el capitalismo es la estrategia. Fisyp, 18/04/2022, en: https://fisyp.org.ar/2022/04/18/la-revolucion-contra-el-capitalismo-es-la-estrategia-por-julio-gambina-%EF%BF%BC/
7 UNCTAD. Informe sobre las inversiones en el mundo, 2022, en: https://unctad.org/system/files/official-document/wir2022_overview_es.pdf
8 Kristalina Georgieva 17.07.23, en: https://www.imf.org/es/Blogs/Articles/2023/07/13/weak-global-economy-high-inflation-and-rising-fragmentation-demand-strong-g20-action